La periodista Elvira Lindo despelleja en 'El País' a la hermana del Rey

Mujer sin Corona: «El odio de Cristina a las adicciones de Letizia y la mierda del español»

"No habla español, ni con su madre ni con los niños ni con el servicio. Lo habla con él, así que el español, que en su día fue el idioma del amor, se ha convertido en el de la mierda"

Mujer sin Corona: "El odio de Cristina a las adicciones de Letizia y la mierda del español"
Cristina de Borbón, Infanta de España. CR

Como si fuera un reportaje y no una columna de opinión disfrazada, la periodista Elvira Lindo 'desvela' con inaudita crudeza algunos 'detalles' de la vida cotidiana de la Infanta Cristina

Cierto que se trata de eso tan español que es hacer leña del árbol caído y que Elvira Lindo se suma a la jauría de los que parecen ansiar que se reimplante temporalmente la guillotina, para decapitar a Iñaki Urdangarín y su esposa, pero el artículo es demoledor (Elvira Lindo le arranca los pelos a la Infanta Cristina).

Sobre todo porque se publica y muy destacado este 25 de febrero de 2017 en ‘El País’, el diario de mayor rlevancia, difusión y trascendencia que se edita en español en todo el mundo.

Como si fuera un reportaje y no una pieza  de ficciíón, una columna de opinión disfrazada que se titula ‘Mujer sin corona’, la periodista Elvira Lindo ‘desvela‘ con inaudita crudeza algunos ‘detalles‘ de la vida cotidiana de la Infanta Cristina.

Tambén habla de lo vivido por la hermana del Rey Felipe Vi tras su imputación y posterior calvario judicial del caso Nóos.

Comienza desgranando  lo que no hace Cristina de Borbón:

«No lee El País, ni El Mundo, ni La Razón, ya es que ni el ABC lee, porque hasta del periódico monárquico ha recibido alguna bronca. No entra en diarios digitales, y menos en esas redes a las que su cuñada es adicta».

A renglón seguido, clava un puyazo a las adicciones de Letizia:

«Ella cree que no es aristocrático ser adicta. No lo es».

También sacude, como si estuviera en su mente, ala hermana de Felipe VI por lo que supuestamente esta opina de España:

«Casi no habla español, ni con su madre ni con los niños ni con el servicio. Lo habla, eso sí, con él, así que el español, que en su día fue solo el idioma del amor, se ha convertido en el de la mierda. De tal forma que es escuchar esa lengua y ponérsele un sapo en la boca. No ve tele española, aunque de vez en cuando las puñeteras imágenes de ella saliendo y entrando del juzgado se cuelan en un canal internacional. Los niños están informados de que están siendo víctimas de una conspiración y que un día todo se descubrirá y habrá mucha gente que tendrá que pedir perdón, ¿o es que no ha sido así la historia de la realeza?».

Como va sobrada, Lindo también aporta a la pieza algún truculento detalle sobre el servicio,  Iñaki Urdangarin, los armarios, la ropa y la Infanta (La Reina Sofía aprieta las tuercas a Letizia para que ceda y acepte ‘reintegrar’ a Cristina en la Casa Real).

Todo es lo que en literatura se conoce como recreación novelada, pero tal como la presenta el diario del Grupo PRISA, parece un reportaje de investigación:

«Por más que haga por no enterarse alguien le viene siempre con cuentos. Estos días podían haber sido alegres, por ejemplo. Ese momento en que el juez le dijo, señora, es usted inocente. Ella no se puso a saltar por respeto a él, pero ganas no le faltaron».

«Se fue al dormitorio, abrió el vestidor del marido, observó las camisas alineadas por colores y pensó, ¿cuántas le echo? La señora de servicio, adivinándola el pensamiento, le dijo, mejor chándals, es lo que toca, si al fin y al cabo solo le van a dejar entrar una mochila».

«De momento el consejo le pareció inapropiado, pero acabó pensando que a la chacha no le faltaba razón».

«No le preguntó de qué le venía esa sabiduría, fuera a ser que el marido de la criada también hubiera estado preso, y no era cuestión de compartir penas. Por ahí no».

«Qué ironía, su marido de vuelta al chándal. Eso pensaba estos días, concentrada, como ha aprendido en mindfulness, a concentrarse en lo inmediato, pero entonces entra él en el cuarto y le dice en el idioma en el que se habla de la mierda: Que de momento no tengo que entrar, que nos devuelven la fianza y que quién sabe».

«Por unos instantes, se queda parada, mirando al vacío, como así se ha acostumbrado a hacer en los últimos años cuando entra y sale de un edificio, mira al vacío para que nadie capte una intención en su mirada».

«Vamos a ver, vamos a ver, no es que esté decepcionada, pero si las cosas tienen que pasar que pasen. Que pasen ya. Su marido sigue hablando, es un hombre que enseguida se viene arriba, es como si no… es como si… : Hasta el mismo juez ha declarado que no hay riesgo de fuga porque tengo escolta policial. ¡Como no me fugue con ellos a un país asiático!, concluye con una media risa que se le corta en seco cuando ve la cara de ella. ¿Es que no te alegras?».

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