Análisis

Santiago López Castillo: Pasarela Moncloa

Santiago López Castillo: Pasarela Moncloa
El presidente socialista Pedro Sánchez y todos los ministros de su Gobierno. EF

Son los mismos modelos pero con distinto collar. Me refiero a este Gobierno por traición con relación a Zapatero. De la pasarela Cibeles se ha pasado a la de Moncloa y tiro porque me toca. No se me olvidará la «pose» hortera de los ministros/as de ZP en la escalinata palaciega. Por si no fueran pocos los arrumacos, exhibían pieles a tutiplén, cazadas al vuelo a tiro de gatillo, las ecologistas de pacotilla, y hasta se acomodaban en chaise longue de nuevos ricos. La De la Vega, Salgado, Pajín, pajón, pajolera, Bibiana Aído, y no vuelvas… posaron para la inmortalidad en un universo virtual, exclusivo para socias-listas.

Ahora es igual. Sólo que con cuatro más, viva el dispendio después de pasarse la vida con lo social y la puta leche. Hombre, y perdón por la expresión (no me sale lo de tía), conozco a la ministra de Trabajo porque, aunque madrileño, guardo estrecha relación con Guadalajara, de donde es ella, por la memoria de mi madre y porque poseo casa y esenciero natural de la campiña. Conocí a Magdalena Valerio cuando presenté mi novela «La cruz de la santera» en tierras alcarreñas. Maestro de ceremonias fue el cantautor José Antonio Labordeta, a la sazón diputado en Cortes. La socialista me pidió que le dedicara el libro, y así lo hice, gustoso, porque la guadalajareña era guapa a rabiar, con ojos como soles anti-niebla. «Ganas tenía de echarme estos bellos ojos a la cara, los más bellos de Guadalajara y parte del extranjero». No había ido a verme a mí sino a un tío de izquierdas como Labordeta.

Valerio, la flamante -un decir- ministra de Trabajo dice que va a hacer… bla, bla, bla. La reforma laboral, la que le ha propiciado a Rajoy reducir la tasa de desempleo y marcharse por la puerta grande mientras Sánchez, el de la puerta atrás, el de la gatera, se ha colado en la Moncloa chorreando su culo coca-cola. Y qué no decir de este engendro de la estulticia que es el «nombrado», por arte de biribirloque, Máxim Huerta, un zafio de la incultura, perdón por la redundancia, que no sabe hablar, ni escribir, ni tirarse un pedo. Pero sí saben agrandar la nómina de ministras y ministros porque han venido para quedarse y llenarse las faltriqueras de euros. Ya son diecisiete, cuatro más que la nómina de Rajoy. Pero como el dinero no es de nadie, revelación de la indigente Carmen Calvo, pues ancha es Castilla y los paganinis somos todos.

Por si fuera poco, en esta pasarela de gestos que a diario nos dedica el empleado de caballeros de El Corte Inglés, se invita por cientos a los refugiados para que se solacen en nuestra España, patria que a este gobierno socialista le importa un bledo. Una cosas es la humanidad y otra el análisis del venid y vamos todos que practicó el zurupeto Caldera. Son los socios listos, la nueva casta que, como decía Diógenes, «un rico ignorante es una oveja con vellones de oro». O lo que es igual, los «progres» de la hoz y el martini.

En el puerto de Valencia estaba el capitán vestido de grumete. ¡Esto es un atraque!

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