I
Salvo del Ábalos y alguno más, nada
Casi de los demás Ministros se sabe;
Ante tanto silencio tan sólo cabe
Lo de no entran moscas en boca cerrada,
O la mejor respuesta es la callada,
Y esto en Política es muy grave;
Un Ministro que no lleva su nave
Por el mar de la verborrea y en la rada
Del silencio aguarda que alguien le alabe,
Mejor dimita, o le darán jarabe
De palo más que de bueyes a una yugada;
Punto en boca es por lo tanto la llave
Para guardar la ropa y una patada
Les den por ahí, subiéndolos al Ave,
Camino de casa por una bajada
De pantalones, … ¡todo, menos suave!.
II
Dele voz a esa garganta
Que a su cuerpo Dios le ha dado,
Que a caballo regalado,
Establo darle y manta,
Desde luego, no es pecado;
Pero si grazna cual oca,
Poniéndose como loca,
Porque le han dado en el lado
Que más duele a la Delgado,
Lo mejor es punto en boca;
Siendo que ella acusa
De lo que hay en su alcancía,
Que es Mierda en Mayor Cuantía,
Sin que le sude la blusa,
Uno exclama: ¡vaya tía!;
Mas viendo tan larga ristra
De las miembras que registra
Un Gobierno hecho una trenza,
Basta no tener vergüenza
Para una ser Ministra;
Lo suyo ya es de coña,
-y no me diga que vibro
si su conducta calibro: –
Tanto el Congreso emponzoña,
Que si no tal, es de libro,
Pero no el de Petete,
Pues no va en su paquete;
Lo que a ella mejor le va,
Como a la Calvo y Celaá,
Es el… ¡váyanse al garete!,
O sentarse en el retrete,
Donde tienen su Bufete…
Ser Ministra con billete
Para estar en un brete
De durar un periquete,
La verdad, … ¡no es un sainete!
