Análisis

Rafael López Charques: «Todo no vale»

Rafael López Charques: "Todo no vale"
Pablo Casado (PP) en campaña electoral. EP

Vamos a entrar, mejor dicho ya hemos entrado aunque solapadamente, en la campaña electoral, y gran número de nuestros políticos han iniciado la suya en la que todo vale. Por un lado con promesas que saben perfectamente que no van a cumplir, porque no puedan o no les convenga si llegan al poder, y por otro con actuaciones que vulneran la ley.

Lo anterior no es un grave error, pues ello implicaría falta de intencionalidad, y ellos son muy conscientes de lo que hacen, sino el resultado de no querer asumir que todo no vale, y hacer suyo el que «el fin justifica los medios»

Quizás, como en estas semanas todo serán milagros, en su afán innovador retrocedan a la infancia, y acordándose de aquella vieja canción «…vamos a contar mentiras… por el mar corren las liebres…por el monte las sardinas…tralalá», lleven a la práctica su letra. No se lo tomen a broma, todo parecido con la realidad no será pura coincidencia.
Para dar ejemplo, el interino en su primer acto público una vez disueltas las Cortes, se pasó por el arco del triunfo la normativa que establece que «desde la convocatoria de las elecciones y hasta la celebración de las mismas queda prohibido cualquier acto organizado o financiado, directa o indirectamente, por los poderes públicos que contenga alusiones a las realizaciones o a los logros obtenidos». Ocurrió en la inauguración de una conferencia de la Comisión Tripartita, organismo adscrito y financiado por el Ministerio de Trabajo, que aprovechó para hacer una exposición de los logros alcanzados por su gobierno en materia laboral. ¿Qué podemos pensar del contenido de las ruedas de prensa posteriores a los Consejos de Ministros? Dado que la Junta Electoral Central ha advertido que estará «muy vigilante» ante la posibilidad de que el gobierno incumpla la Ley Electoral, que debe conocer, sospechamos que sean actuaciones premeditadas para provocar enfrentamientos en las que se presentará como víctima de la intolerancia. La primera en la frente.

Para recabar votos, el gobierno sigue manteniendo mentiras sobre la exhumación de cierto cadáver, que de lograrlo presentaría como el mayor logro de la democracia, obra de su inigualable jefe. Ahora bien, según noticias aparecidas recientemente en la prensa, el gobierno no informó de la integridad de la respuesta del Vaticano a su petición, ocultando algunos párrafos que desvirtúan totalmente lo que triunfalmente anunció.

Como «no hay dos sin tres», los compañeros de viaje del gobierno en el aire, o quizás deberíamos decir los que realmente mueven los hilos, han anunciado la vuelta al trabajo de su también amado líder. Se podría decir figuradamente que a bombo y platillo, aunque la verdad es que ha sido de una manera ridícula y grotesca. La puesta en escena de su regreso es un ejemplo de culto a la personalidad, propia de las llamadas democracias populares, que de lo primero no tienen nada, y en cuanto a lo segundo lo reservan a ellos mismos y sus incondicionales tiralevitas.

Dos consejos. Si el interino logra repetir, por vergüenza propia y para no quedar en evidencia, debe ir a clases de protocolo y de saber vestir de etiqueta. Si el morado vuelve a estar de baja, que no siga cobrando las dietas, como al parecer ha hecho; hace feo, máxime teniendo en cuenta la igualdad que tanto predica.

Como decíamos al comienzo todo no vale. Si un país quiere verdaderamente caminar por la senda de la democracia, y apostamos a que el nuestro si, los primeros que tienen que caminar por ella son sus dirigentes, para dar ejemplo. La democracia no es solo una palabra bonita, implica un comportamiento ético, honesto y coherente.

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