Análisis

Manuel del Rosal: «Padres sin autoridad, niños sin disciplina y una justicia sin sentido»

Manuel del Rosal: "Padres sin autoridad, niños sin disciplina y una justicia sin sentido"
Bofetada, educación, familia y disciplina. EP

«Educa a los niños y no tendrás que castigar a los hombres» Pitágoras, filósofo griego

Hay cientos de frases de grandes hombres sobre la gran importancia de la disciplina en la educación en los primeros años de nuestra vida. La disciplina ayuda a los padres a ser buenos padres, mediante ella inculcamos a nuestros hijos conceptos de tanta importancia como la autoridad, el acatar las órdenes, las normas, el autocontrol y la responsabilidad que, más tarde, cuando esos niños formen parte como adultos de la sociedad, les permitirá adaptarse a ella dentro de las normas cívicas de conducta. Hoy y desde hace años, esta sociedad de progreso hasta la náusea ha desterrado la disciplina en la educación de los niños, al tiempo que ha menoscabado, si no anulado, la autoridad de los padres y de los educadores a todos los niveles; ni maestros ni profesores tienen autoridad. Esta mezcla de falta de autoridad y falta de disciplina apoyadas en una justicia laxa que, cuando los padres quieren ejercerlas, los demoniza; está creando una sociedad enferma de la que la principal víctima son nuestros niños.

Una mujer ha sido condenada a dos meses de cárcel y seis meses de alejamiento de su hijo de diez años por haberle dado dos cachetes que le enrojecieron las mejillas. Si nuestros padres, los de los que teníamos veinte años en los años sesenta, vivieran ahora y nos educaran de la forma que lo hacían, estarían condenados a trabajos forzados en las minas de salitre. Porque nuestros padres nos educaban con todo el amor del mundo, pero cuando era necesario, y motivado por nuestra conducta, nos atizaban o nos castigaban con el fin de que entendiéramos como debíamos comportarnos. Y nosotros sabíamos y comprendíamos que lo hacían con amor, que el castigo era justo y por eso los queríamos aún más. Y en ocasiones les pedíamos perdón porque éramos conscientes de haber obrado mal. Nuestros padres estarían en las minas de salitre y nosotros, según las doctrinas imperantes en esta sociedad de «tolerancia», permisividad, progresismo y modernismo que dice que dar un cachete a un niño puede producirle un trauma monumental, estaríamos en centros de salud mental, si no encerrados de por vida debido a que aquellos «malos tratos» de nuestros padres, al causarnos un trauma infantil insoportable, nos convirtieron en asesinos en serie. Sin embargo aquellos niños que eran amados por sus padres y castigados cuando debían serlo y que amaban a sus padres y los comprendían, no hemos sido ingresados en centros de salud mental, no hemos devenido en asesinos en serie; muy al contrario, hemos llegado hasta hoy creando empresas y puestos de trabajo, formando familias, trabajando para prosperar, teniendo hijos a los que hemos educado como nuestros padres hicieron con nosotros con el fin de que, a su vez, ellos prosperaran haciendo prosperar a la sociedad a la que pertenecen.

Ahora, tras esa sentencia sin el más mínimo sentido, una mujer estará sin poder acercarse a un hijo al que, con toda seguridad ama y porque lo ama le dio dos cachetes; y un niño de diez años, sin entender nada, estando perdido; llorará al ver a su madre y no poder acercarse a ella. Es así como, una vez más, cuando hay desavenencias entre los adultos, los que pagan siempre, siempre son los inocentes niños que ni entienden ni quieren entender del comportamiento de los adultos, ni de leyes que por dos cachetes separan a un niño de su madre.

Capítulo aparte merece ese padre que, por sacar réditos en su proceso de separación, parece ser que, ha utilizado al niño como arma arrojadiza para castigar a la madre. Si eso es así ¿No merece el ruin y mezquino proceder de ese padre un castigo, acaso no es más grave la utilización perversa de un hijo para obtener un beneficio que dos cachetes en las mejillas? ¿Qué puede traumatizar más al niño, los cachetes o la perversidad de un padre encanallado?

Termino con una frase atribuida a Confucio: «Si estuvieras plasmando el futuro por un año, planta una semilla; si para diez años, planta un árbol; más si planeases para cien años, educa a los niños»

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