«Existe solidaridad y participación vergonzosa entre el gobierno que hace el mal y el pueblo que lo deja hacer» Víctor Huga, dramaturgo, poeta y escritor francés
El pasado día 21 en la casa de ABC de Sevilla, Arturo Pérez Reverte dijo que el punto cero donde se inició la demolición de España, fue el mandato de Zapatero. Arturo olvida que antes hubo unos atentados en Atocha que cambiaron totalmente la percepción de la realidad de unos ciudadanos estuporizados y atemorizados, que fueron a las urnas llenos de un infantil temor a lo que pudiera venir si el PP seguía gobernando. En una conjunción de estupidez y miedo los españoles, acobardados, sumisos y manipulados obscenamente por una campaña de Agitprop de manual del PSOE, dieron el poder a quien iba a desmantelar a España. Fue el miedo la cobardía y la sumisión de un pueblo intoxicado hasta la náusea por quienes se iban a hacer con el poder, lo que dio el poder a Zapatero en su primera legislatura. En la segunda legislatura, fue la estupidez y la ignorancia de los ciudadanos que creyeron que eran ricos y que lo eran para siempre haciendo oídos a «jugamos en la champions de la economía» de Zapatero y al «no hay señales de crisis» de Solbes, lo que de nuevo sustentó en el poder al nefasto Zapatero que, en estos últimos meses y desde que viaja a Venezuela, se ha convertido en un personaje siniestro. Lo que Zapatero hizo con España lo hizo porque los ciudadanos, en el ejercicio libre de su voto, lo auparon al poder, una vez por miedo, la otra por estupidez e ignorancia. Aquí surge una pregunta: ¿Quién es más responsable, el que ejerce el poder o quienes le concedieron ese poder? Ya es hora de que se admita sin fisuras que los ciudadanos tenemos tanta responsabilidad en la deriva de un país como los políticos que lo conducen en esa deriva; no podemos olvidar que son los ciudadanos quienes eligen libremente a sus gobernantes. El punto cero del desmantelamiento de España, a mi modesto modo de ver, señor Pérez Reverte, no estuvo en Zapatero, sino en los ciudadanos que libremente se solidarizaron y participaron con su proyecto legitimándolo en las urnas; en quienes lo dejaron hacer.
Desde hace años sostengo que la democracia ha devenido en democracia perversa porque la base en la que se sustenta es falsa: el voto de una mayoría que vota sin raciocinio e intoxicada por los medios de comunicación. Ya hay algunas voces que están en esa tesis; el último en apuntarse a ella ha sido Jason Brennan.
Jason Brennan, filósofo norteamericano profesor de la Universidad de Georgetown afirma que el problema de la democracia son los votantes. Más exactamente, los votantes desinformados y los votantes hooligans que son la mayoría. Los votantes no son conscientes de que los políticos elegidos van a dirigir nuestras vidas durante, al menos, cuatro años. Como ejemplo de desastres democráticos en el ejercicio de la democracia del voto, pone dos ejemplos; lo que sucedió en Alemania en 1932 que elevó al poder a los nazis y el reciente fiasco del Brexit en 2016. Yo pongo como ejemplo lo que sucedió en España en las dos legislaturas de Zapatero.
España se encuentra ante una situación muy similar a la que elevó al poder a Zapatero en su segunda legislatura en la que lo fue por la estupidez de un pueblo que se creía rico y rico para siempre, entregado a los mantras de un gobierno y de un país en bancarrota. Si las encuestas son el anticipo de lo que sucederá el 28 de abril, Pedro Sánchez podrá gobernar en las mismas condiciones de entrega al independentismo, de desastre administrativo, de deuda y de incertidumbre de futuro al que nos ha tenido sometidos durante nueve meses y ampliará lo que Pérez Reverte ha llamado un Estado en demolición. Y si esto se produce habremos sido los españoles – pueblo de escasa memoria – quienes olvidando esos nueve meses y los ocho años de Zapatero, con su voto; basado en la ignorancia, la estupidez y el olvido, los responsables de esa demolición. Alguien dijo: «El pueblo que olvida su historia, está condenado a repetirla»
