Análisis

F. A. Juan Mata Hernández: «¿Es necesaria una guerra en Venezuela?»

F. A. Juan Mata Hernández: "¿Es necesaria una guerra en Venezuela?"
Represión en Venezuela

«Guerra justa es aquella que es necesaria» -Nicolás Maquiavelo «El Príncipe»-.

En el mundo no habría guerras si el hombre se hubiera ahorrado las alambradas de espino de las fronteras.

La declaración de una guerra que, como dice von Clausewitz, «es la continuación de la política por otros medios», habla a gritos del fracaso de nuestra especie. Sin embargo, esta idea no tenía el menor matiz de cinismo en el contexto del ensayo que nos dejó el militar prusiano. Él no hacía sino definir el enfrenamiento armado moderno como un «acto político», pues destacaba ese elemento racional, sobre los otros dos que subyacen en toda guerra: el instinto de violencia primitiva, y el juego del azar que, en nuestra era atómica, se parece mucho a «las tres en raya», porque ninguno de los contendientes podría, lógicamente, vencer.

Leía estos días la creciente posibilidad de iniciar un conflicto armado en Venezuela y, por agitar de algún modo la opinión ante lo que podría ser un baño de sangre inocente, me decidí a escribir sobre ello. En este momento nada me preocupa más que la componente lógica del comportamiento humano. Tal es así que no soporto el absurdo. Diría más, cuando observo esa manera de obrar, me saca de quicio.

Si una fuerza militar va a intervenir en un país extranjero, con el objetivo de remover a un dictador parapetado entre corrupción y fanatismo, más les valía ir preparando ataúdes de madera o sacos de plástico con cremallera. Al fin y al cabo, la idea de salvar a un pueblo destruyéndolo habría podido ocurrírsele a cualquier directivo de la Northrop Grumman, que recientemente anunció la compra de un fabricante de misiles por unos 8.000 millones de dólares. ¿Qué curioso, verdad? ¿Se trataría entonces únicamente de deponer a un dictador, o habrían pensado en comenzar a reducir su stock? Pues en algún momento van a tener que hacer uso de ellos antes que esas armas se queden obsoletas, así que si no es en esta u otras guerras, les va a sobrar mucha chatarra.

No me interpreten mal, pues eso no frena, sin embargo, que los pueblos -al observar las intenciones de otros- descubramos actitudes belicosas que exijan tomar medidas para defendernos.

Antes de preparar este artículo, yo imaginaba que no sería muy normal hablar de guerras justas en el siglo XXI, porque instintivamente pensamos que todas las guerras en el fondo son profundamente injustas, aunque a veces solemos mirar hacia otro lado. ¡Y, claro que la vida de un niño inocente sería un gran argumento contra el belicismo! Eso no lo dudaría nadie que esté en sus cabales. Bueno pues, oiga, no saque conclusiones tan precipitadas… me he puesto a leer y analizar opiniones sobre el tema, y he aquí la sorpresa con que me he encontrado:

¿Saben ustedes que hay voces muy autorizadas que apoyan y consideran que una guerra puede no ser sólo justa, sino necesaria?

Aristóteles y Platón establecen los argumentos sobre los que debiera descansar la proclamación de una guerra justa.

Para San Agustín de Hipona, el orden es la paz. Pues, aunque parte de la idea de que toda guerra es malvada cuando se trata de atacar y saquear a otros pueblos, acepta una «guerra justa» como último recurso, cuando media para ello una causa justa, porque la ve como un medio para conquistar la paz -o sea el orden.

Santo Tomás de Aquino es más pragmático y, para evitar confusiones, marca tres condicionantes para colocar el adjetivo «justo» a una guerra. Son los siguientes: Que la declare el Príncipe que representa a la comunidad; que medie causa justa, es decir que los atacados lo merezcan; y que se pretenda un objetivo recto de promover el bien y/o evitar el mal.

El salmantino, Francisco de Vitoria, se apoya también en esos mismos parámetros para justificar una guerra.

¡Qué ironía! Probablemente en todas las guerras se podrían pregonar desde ambos bandos «llamadas a filas» con esos argumentos. Todos hablarán de su gran cruzada y su búsqueda de justicia y paz, mientras los pobres soldaditos enfebrecidos con músicas militares y banderas esteladas se jugarán la vida, dejando viudas y huérfanos, aunque los Príncipes que declararon el conflicto jueguen al golf en Waterloo, revestidos de gloria si finalmente lograran su objetivo. ¡Oiga, al menos en la Edad Media, ellos iban también a la batalla, y a veces hasta morían en combate!

Ya supongo… Que muchos venezolanos vieran este tema desde otra perspectiva, porque no hallen salida a la situación de penuria actual, y algunos consintieran, sabiendo lo que se juegan, que tanta gente pudiera sufrir en una guerra… Debe de ser muy difícil hallar el modo de resolver un problema así, salvo que quien tiene el poder para cambiarlo lo comprenda, y se decidiera a hacerlo sin provocar una guerra civil.

El mundo está hoy más interconectado que nunca y los argumentos para las guerras de antaño no me parecen válidos. No lo son porque las comunicaciones han hecho del planeta un gigantesco barrio donde a todos nos importa, o nos debiera importar, lo que le ocurre al vecino. El ser humano no puede vivir de espaldas a los demás. Sin embargo, resta por definir el auténtico foro de decisiones universales que eviten esos conflictos. La ONU, con el bloqueo que otorgan los poderes de veto de unos cuantos países, ya no vale. Éste -aunque suene sarcástico- sólo sirve para lo que sirve y no para lo que debiera servir. La fuerza que otorgaría un organismo global para combatir un gobierno injusto, sería determinante, y haría innecesaria una guerra cruel con multitud de víctimas inocentes. En ese contexto, sólo aquellos que pretendieran lucrarse de algún modo con ella, podrían hoy justificar una guerra; por muy justa que la calificaran los argumentos de Santo Tomás de Aquino.

¿Una guerra justa? ¡Qué terrible candidez! Es probable que se incremente la percepción inducida en los ciudadanos sobre la maldad de determinados dirigentes, la amenaza externa, o el terrorismo, porque interesa a determinados políticos y/o empresarios que así sea. Por ello, sería insensato dudar que la opinión de las 5 big de la guerra: Loockheed Martin, Boeing Defensa, BAE Systems, Raytheon y Northrop Grumman, que facturan anualmente entres las cinco más de 150.000 millones de dólares, y otras muchas empresas afines por todo el mundo, consideren que la mayoría de las guerras no sólo son justas sino que son necesarias y, probablemente, incluso a alguno le pudiesen parecer pocas.

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