ANÁLISIS

Un presidente ‘okupa’, una Universidad de coña y una tesis de risa

Un presidente 'okupa', una Universidad de coña y una tesis de risa
Pedro Sánchez y la portada de ABC.

El proceso de la tesis doctoral del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tuvo como contexto la transición hacia el modelo universitario implantado por la reforma de 2007, el llamado Plan Bolonia (La cara más espeluznante de Pedro Sánchez tras la ‘fake tesis’: un tío colérico y con falta de escrúpulos ).

En seis años, es decir, para 2013, las universidades privadas debían acreditar que la mitad de su profesorado tenía el título de doctor; y el 60 por ciento de estos doctores debía estar acreditado por una agencia nacional o autonómica del profesorado universitario (Pedro Sánchez afirma en su tesis que fabricar un avión cuesta 100.000 millones de €: 5 veces el presupuesto de la NASA).

Si no se cumplían estos requisitos, la universidad no podía recibir la acreditación de sus estudios oficiales. La Camilo José Cela no fue la excepción en ese tiempo de urgencias y prisas que tuvieron algunas universidades privadas para adaptarse a las nuevas exigencias.

Las fechas de la tesis doctoral de Pedro Sánchez coinciden con ese período y explicarían la aparente laxitud en el rigor científico de la obra y en el nivel académico de los miembros del tribunal (El Gran Pufo: Elevan el plagio de la tesis de Sánchez a 44 documentos y más del 33% del total).

A mayor abundamiento, el rector de la Universidad Camilo José Cela era entonces Rafael Cortés Elvira, quien había sido previamente secretario de Estado para el Deporte entre 1993 y 1996 en el último gobierno de Felipe González.

Todos estos factores crearon el escenario adecuado para la redacción de una tesis en un tiempo récord, pues no hay que olvidar el dato de que Pedro Sánchez fue diputado por el PSOE hasta septiembre de 2011, justo cuando pidió a través de Twitter ayuda para localizar información sobre literatura económica porque tenía «que escribir unas notas sobre diplomacia económica».

Petición harto extraña en quien debería estar siguiendo las indicaciones de la directora de su tesis -entre ellas, la bibliografía adecuada para su investigación- y contar con el apoyo de la universidad.

Los datos son objetivos, y negarlos sólo consigue aumentar los perfiles del escándalo causado por las irregularidades constatadas en la tesis doctoral de Pedro Sánchez, e incrementado también por su airada reacción contra este periódico.

Lo que conviene al presidente del Gobierno es lo mismo que a todo político sorprendido en un renuncio: ofrecer una versión convincente de lo que sucedió con su tesis doctoral, aunque suponga admitir que, por prisas o por otros motivos, no fue todo lo correcta que debió ser.

Y si además fuera acompañado por una explicación institucional de la Universidad Camilo José Cela sobre el procedimiento que siguió dicha tesis doctoral, desde su inscripción hasta la designación del tribunal, mejor aún.

Publicar la tesis en internet, utilizar La Moncloa para que hiciera una comprobación de plagios y amenazar a ABC con acciones legales no han sido reacciones adecuadas para que Pedro Sánchez arrojara luz sobre su tesis doctoral ( ‘ABC’ afirma que las excusas de Sánchez no se sostienen y se ratifica: la tesis es un plagio).

Las sombras siguen, y más espesas cada día.

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