La ventana discreta

Tenemos tiempo para Rato

Tenemos tiempo para Rato
Rodrigo Rato. EP

El título no es muy ocurrente. Es como un chiste fácil al que se ve venir el desenlace. Claro que lo de Rato no tiene nada de chanza. En vísperas electorales, el todopoderoso ex vicepresidente es detenido como un delincuente y la policía le baja el coco como un presunto asesino.

¿Quién habló del «cuello blanco»? A bote pronto, este comentarista -incapacitado en el rigor de las cuentas bancarias, que las tengo a mucha honra de mucho trabajo- el episodio del hacedor de la recuperación económica de España con Aznar plantea algunas dudas, y no me voy a escudar en que «soy de letras», y lo soy y lo seré hasta el final de mis días.

Digo que de finanzas y aranceles sé muy poco y que me hacen la declaración de la renta y no ha mucho me hicieron una paralela porque no se consignaron dos artículos en la prensa nacional, a diez mil pesetas por barba. Joder con los tributarios que somos todos. Pero a lo que iba.

Si lo de Rato -blanqueo, bla, bla…- estaba bajo el secreto del sumario, ¿por qué ya lo sabían las cámaras de televisión a la entrada de su casa y posteriormente en su despacho? Es lo que se llama la sentencia del telediario. Y si seguíamos con la materia reservada, que también se dice, ¿cómo los medios de comunicación, especialmente los vinculados a la izquierda, que son un huevo, ya sabían hache por be las irregularidades del ex vicepresidente económico y las publican a toda pastilla mientras los cataplasmas del PP lo trasladan -como siempre- a los tribunales incluido el traidor de Arthur Mas, que se monda de risa.

En la reflexión de un ciudadano de la calle, simple y moliente, como este escribidor, considera que el pufo de Rodrigo Rato perjudica al Partido Popular. Que si el Gobierno se inhibe en la causa se la carga y si saca el dedo acusador también la caga. En consecuencia, el PP va dado. Ahí está, al acecho, ese iluminado ser llamado Pedro Sánchez, alias el Guaperas, primero de la clase del zapaterismo, que está a la que salta y al cuello, permanente en estado de sanguijuela. No acabo de comprender que un vicepresidente económico, que debe saber un huevo en la materia, la pifie. En su día se dijo que quedaba descartado para presidente de Gobierno por sus andanzas amatorias que son unas cuantas (y unas cuentas, otro jueguecito de palabras). Y salió Rajoy, al que el Sánchez amenaza, reta, insulta.

Bien pensado, Rato versus banquillo, el hecho de que la Agencia Tributaria le indague y le saque hasta los higadillos dice mucho a favor de la imparcialidad del Gobierno del Fraile Motilón. O son lelos o se pasan de listos porque reconocen que «el caso» les perjudica en vísperas electorales. Y el salvapatrias de Pedrito, en su sedienta actitud de la sangre del enemigo, se refocila cual drácula «progresista». Y enarbola la palabra «limpieza» del Partido Socialista. Hombre no. Se puede ser «hooligan» pero no llamarnos tontos a la ciudadanía. Haga usted cuentas, señor Sánchez, ya que es economista por la gloria de Franco, que «persiguió» a su familia y al toro que mató a Manolete. A saber: ministros en la trena + Roldán, Mariano Rubio, empresas como Filesa, Time Export, etc.
Resulta creíble si usted, señor inquisidor, se hubiera lavado las manos como consejero socialista en su etapa de Caja Madrid.

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