ANALISIS

Pedro Sánchez y unas cuentas que arruinan a España y amargarán la vida a los españoles

Enviar al Congreso los Presupuestos sin tener garantizados los apoyos, es una muestra más del empecinamiento de Sánchez por jugar a la ruleta rusa con los intereses de España

Pedro Sánchez y unas cuentas que arruinan a España y amargarán la vida a los españoles
Pedro Sánchez (PSOE) y la economía de España. EP

Los experimentos, con gasesosa, que decían los clásicos (España: gracias a las ocurrencias de Sánchez y los vicios del PSOE, se complica la economía).

El Gobierno socialista dio este 11 de enero de 2019 el visto bueno al proyecto de Presupuestos Generales del Estado para negociar in extremis su aprobación en el Congreso, y recibir un balón de oxígeno que le permita prolongar la legislatura (El Gobierno Sánchez endurecerá la jubilación anticipada para intentar que no colapse el sistema de pensiones).

Sin embargo, desde un punto de vista económico, las cuentas públicas diseñadas por Sánchez son una ruina que compromete el gasto público y el endeudamiento, que despilfarra la herencia recibida, que pone en peligro el crecimiento económico y que supone un grave castigo a la clase media por la subida de impuestos que contempla.

Desde una perspectiva política, esas cuentas son un intento desesperado de supervivencia porque el proyecto presupuestario se reduce a una declaración pública de sumisión al chantaje separatista.

Enviar al Congreso el proyecto de ley más relevante del año sin tener garantizados los apoyos para su aprobación es una muestra más del empecinamiento de Sánchez por jugar a la ruleta rusa con los intereses de España.

Sin tener la certeza de que verá aprobadas las cuentas, Sánchez debería convocar elecciones de inmediato.

De lo contrario, los próximos meses se van a convertir en una tómbola de humillantes ofrecimientos al independentismo catalán, con el que Sánchez ya ha comprometido un gasto adicional de 18.000 millones, volviendo a generar un agravio comparativo entre autonomías.

Además, se abrirá un proceso de cesiones y mercadeo con Podemos y el PNV, que son imprescindibles para que el «club de la moción» revalide los votos que permitan a Sánchez sobrevivir con 84 escaños.

Como siempre, Sánchez también ha dicho una cosa y su contraria respecto a los Presupuestos y la duración de la legislatura.

Manipula a la opinión pública insinuando unas veces que adelantará las elecciones si no hay presupuestos, y otras negándolo aunque tenga que prorrogar los aprobados por el Gobierno de Rajoy.

La palabra de Sánchez ya carece de valor político y su única baza es tratar de rentabilizar la fractura interna entre los separatistas catalanes.

Algunos de ellos son partidarios de no vetar los Presupuestos con una enmienda a la totalidad y permitir su tramitación para ganar tiempo, y otros, como Torra y el propio Puigdemont, están exigiendo un voto negativo a los diputados de ERC y PDECat en Madrid.

Sánchez quiere beneficiarse de esta ruptura y confusión, una vez que cree tener garantizado el respaldo del PNV. No obstante, la decisión determinante puede estar en manos de Podemos.

El Gobierno socialista se ha negado a incluir una regulación que imponga un tope máximo al precio del alquiler de viviendas, y el partido de Iglesias debe mover ficha porque era una exigencia irrenunciable para apoyar las cuentas.

Sin embargo, hace tiempo que Podemos amaga y no golpea porque se ha convertido en una sucursal del PSOE. La Moncloa ha lanzado un órdago. Lo peor es que no juega con su futuro, sino con el de los españoles.

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