ANALISIS

Pedro Sánchez, los discapacitados y el trabajo basura en la Presidencia del Gobierno

Pedro Sánchez, los discapacitados y el trabajo basura en la Presidencia del Gobierno
Pedro Sánchez y sus pufos. EP

¡Acongojante! (¿Te vas a casar?; pues piénsatelo un poco: «Con Sánchez, los regalos deben pagar el impuesto de donaciones a Hacienda»).

A pocos metros de la mesa del Consejo de Ministros donde se aprobó hace unas semanas una mayor fiscalización de las jornadas laborales de los trabajadores, en el Complejo de La Moncloa, dos estudiantes de un programa de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) «dirigido a jóvenes con discapacidad intelectual límite» trabajan para el departamento de la Presidencia sin cobrar nada y sin estar dados de alta en la Seguridad Social (Sánchez prentende cambiar los Acuerdos Iglesia-Estado ).

Lo revela Joan Guirado en OKdiario este 21 de mayo de 2019 (Carlos Herrera se harta de las chulerías de Sánchez: «Este cuentista va por la vida como si tuviera 190 escaños»).

La explotación de personas con pocos recursos y la defraudación o retención injusta de su salario son algunos de los actos más innobles que un ser humano puede cometer sobre otro.

Cuando esta conducta se realiza con jóvenes que padecen una discapacidad mental, la ignominia alcanza un límite difícilmente superable; un límite que, contra todo pronóstico, se puede cruzar al saber que a los hechos descritos ha de añadírsele un tercer factor: la explotación acontece en el marco físico y laboral de la Presidencia del Gobierno.

Gracias a un programa suscrito con la Universidad Complutense de Madrid, el gabinete del presidente Sánchez emplea a muchachos con invalidez psíquica. No cobran nada y no están dados de alta en la Seguridad Social.

El reglamento de la propia universidad reconoce pueden llegar a cobrar por ello. Sin embargo, el Gobierno socialista, el mismo que ha subido el Salario Mínimo Interprofesional, ha preferido decantarse por la opción que más beneficia a su bolsillo. La situación roza lo dantesco al saber que uno de los trabajos encomendados a estos jóvenes es el desarrollo de la Agenda 2030; la misma Agenda que promueve un crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, y entre cuyas metas se encuentra «lograr el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todas las mujeres y los hombres, incluidos los jóvenes y las personas con discapacidad, así como la igualdad de remuneración por trabajo de igual valor».

Un nivel de hipocresía difícilmente superable.

La Presidencia del Gobierno, por la alta representatividad que representa, por ser un foco de atención del que muchos españoles toman ejemplo, ha de ser un ámbito donde brille la ejemplaridad en todos los órdenes.

Conductas como las descritas mancillan tanto a la institución en sí como a los valores de izquierdas que el Ejecutivo del PSOE afirma defender.

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