La política se supedita a las intervenciones de Coto Matamoros y Belén Esteban

Belén Esteban derrota a Gabilondo… y a José Blanco

Belén Esteban derrota a Gabilondo... y a José Blanco
José Blanco frente a Isabel Durán y Jordi González, en La Noria de Telecinco. T5

La presencia del excelentísimo don José Blanco en La Noria prueba que Expaña está moralmente corrompida hasta el tuétano: la política se supedita a las intervenciones de Coto Matamoros y Belén Esteban. Os dejo una divertido artículo de Andrés Freire. El único consuelo es que este pozo negro lo han hecho los progres, tan exquisitos ellos.

LOS PROGRES NO SABEN HACER TELE

Quien esto escribe siempre había sentido una inmensa curiosidad por ver cómo sería la televisión en abierto del grupo PRISA. El progresismo militante del consorcio liderado por El País no podía hacer una televisión como las demás, en lucha despiadada por la audiencia; la suya tenía que ser una programación culta e ilustrada, que no sólo divirtiera, sino también censurara y educara costumbres. La duda estribaba en ver cómo casaba esa idea con la lógica de la televisión generalista, que invita a los espectadores a dejarse vencer por sus demonios íntimos: pereza, plebeyismo, lujuria…

Ha sido casi triste observar cómo los esfuerzos de la Cuatro por hacer esa su televisión han caído una y otra vez en terreno baldío. Sus informativos, que aspiraban a joya de la corona, han resultado un fracaso. El tono aséptico con el que presentaban noticias y debate cruciales no ha podido vencer a los noticieros de la competencia, que prefieren regodearse en sórdidos asesinatos y sucesos extravagantes.

Tampoco podía la Cuatro hacer la misma crónica social que sus competidores. Ya saben, el tomateo y sus epígonos. Ellos son demasiado cultos y rigoristas para descender a los cuernos y disputas de mindundis. Resultado: programa tras programa desaparecen de la rejilla y la Cuatro arroja la toalla, ocupando toda su tarde con una serie americana.

¿Y qué decir de su apuesta estrella de hace un año, una serie con protagonista homosexual de doble vida y armario cerrado? En el imaginario de la Cuatro, la sociedad española estaba ya preparada para tal serie. En la práctica, el llano pueblo siguió prefiriendo a chicos y chicas enredados en arduos amores.

De igual modo, no entraba en su concepto de televisión ilustrada encerrar a 12 chavales en una casa para celebrar sus coyundas y peleas. Por eso, sus realities han buscado un mensaje constructivo de mejora y enseñanza. El último reúne a un grupo de yonkies que se están quitando. De nuevo, ¿a quién se le ocurre?

La Sexta nunca ha tenido esos problemas. Ellos pertenecen a otra izquierda, la izquierda corrosiva del nihilismo exultante. No tienen prejuicios ideológicos contra las presentadoras de largas piernas y faldas cortas. Nada existe y nada queda; solo importa el momento y el placer. Su enemigo radical, por consiguiente, es todo aquel que trate de buscar sentido y orden a las cosas, enemigo -para qué engañarse- que sucumbe fácilmente ante un cínico verborreico y talentoso. No es de extrañar su éxito de audiencia, ni el apoyo que recibe de los bancos.

Mientras tanto, tras varios años de penalidades, la Cuatro se ha ido encogiendo progresivamente. Su proyecto de televisión moderna, progresista y culta ha fracasado hasta un punto tal que ha tenido que negociar una alianza estratégica con la Tele5 de Sálvame y Berlusconi. Dicho de otro modo, Gabilondo ha sido destronado por Belén Esteban. Cuesta alegrarse de ello.

CODA: 21 días.

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