ANÁLISIS

Varas de medir del periodismo español: ¿Por qué el accidente de Vigo es una fatalidad y el Madrid Arena fue un error político?

El alcalde de Vigo debe dimitir, aunque sea del PSOE y no se llame Ana Botella

Varas de medir del periodismo español: ¿Por qué el accidente de Vigo es una fatalidad y el Madrid Arena fue un error político?
El alcalde socialista de Vigo, Abel Caballero (PSOE). EP

Primero los hechos: TVE ha acudido al rescate del PSOE. La televisión pública, ahora con Rosa María Mateo a los mandos,oculta que el partido que gobierna en Vigo es, precisamente, el de Pedro Sánchez (Luis Ventoso: «La gran farsa de la RTVE ‘plural e independiente’ de Pablo Iglesias y Pedro Sánchez»).

La cadena abrió la edición de las tres de la tarde del pasado 13 de agosto de 2018 con la última hora de los heridos en el festival ‘O Marisquiño’ y la controversia en Vigo a propósito del deplorable estado en el que se encontraba ese tramo del paseo marítimo.

TVE informó de la apertura de una investigación para determinar si se produjo un fallo en la estructura o el desencadenante fue la falta de mantenimiento.

La televisión pública, ahora en manos de Podemos, pasó por alto que el PSOE gobierna en Vigo y la responsabilidad política del Ayuntamiento en el siniestro, así como que el PP avisó del peligro, y se limitó a emitir un total de l socialista Abel Caballero en el que éste se desentendía de toda culpa con estas palabras:

«Hay que saber por qué se produjo ese derrumbamiento, porque insisto: el derrumbamiento no fue de un paseo de madera. El derrumbamiento fue de una estructura de hormigón consistente y sólida».

Subraya ‘EsDiario’ en un editorial, este 14 de agosto, que resulta innegable que Cuando gobierna el PP las fatalidades son consecuencia de sus errores; si es el PSOE, como ahora en Vigo, todo se zanaja en los medios publicos afines y en los privados asociados como ‘trágico accidente‘.

El insólito desastre acaecido en el puerto de Vigo, saldado con 250 heridos tras desplomarse el pantalán en el transcurso de un concierto, pone de manifiesto varios problemas distintos que, desatados a la vez, provocan serios estropicios como éste.

El más importante de todos, la sonrojante evidencia de que una Administración Pública tan amplia y costosa puede ser también ineficaz y sentirse encima poco responsable de casi todo: el deplorable juego de acusaciones entre autoridades locales, regionales o nacionales para ver cuál de ellas se salva de la quema diluye al final las responsabilidades de todas y lanza algunas preguntas al aire.

¿Para qué mantiene el ciudadano tanta institución distinta si, a la hora de la verdad, ninguna detecta situaciones tan obvias como la de Vigo o no hace nada al respecto o se hace cargo luego de los efectos de su desidia, ineficacia o indiferencia?

¿Cómo es posible que en un país con más de 8.000 ayuntamientos y cientos de diputaciones, cabildos, entidades, institutos, observatorios, autonomías y tantos otros nombres de la eterna lista alojada en el erario nadie se diera cuenta del estado de una infraestructura pública y permitiera meterse allí hasta a 4.000 personas?

El suceso fue un accidente, pero no solo eso. También fue la consecuencia de una cadena de errores y lagunas que debe tener un coste político. Nadie lo dudaría si gobernara el PP, y hay incontables ejemplos de ello con dos muy paradigmáticos: el hundimiento del Prestige y el Madrid Arena.

En ambos, no sin razones, se señaló a los Gobiernos central, autonómico o local como cómplices por acción u omisión de tragedias terribles que en realidad no provocaron pero sí tuvieron lugar bajo sus mandatos, buscando las evidentes lagunas en la gestión o supervisión de las circunstancias que rodearon tan luctuosos hechos. Y lo mismo con el Metro de Valencia o el Alvia de Angrois, presentados también como el fatídico resultado de una forma de gobernar.

¿Y qué hace distinto el caso de Vigo en circunstancias muy parecidas a ésas con el agravante de que, apenas unos días antes, se advirtió públicamente del riesgo de consentir la celebración de un festival musical en la zona finalmente desplomada? Solo hay una diferencia: que ahora gobierna el PSOE, en el caso de Vigo a través de una figura tan relevante como el alcalde Abel Caballero.

Los mismos que pidieron dimisiones en el resto de casos, callan ahora y explican el drama como una especie de fenómeno natural sin participación política alguna, apelando al decoro para no explotar políticamente episodios que, con otros protagonistas, se presentaron antes como un conflicto político que como un drama humano.

Lo cierto, antes y ahora, es que siempre hay responsables institucionales; que en todos los casos han de dar explicaciones y que en unos concretos, además, son responsables. El de Vigo pertenece a este último epígrafe: Caballero no hizo nada, a sabiendas del peligro por el aviso emitido públicamente por la oposición en su Ayuntamiento, y ahora debe asumirlo de la única manera razonable. Que es pidiendo disculpas y presentando su dimisión.

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