ANÁLISIS

Censura: El Gobierno tiene lista ya la reforma del Código Penal para que la apología del franquismo sea delito

Censura: El Gobierno tiene lista ya la reforma del Código Penal para que la apología del franquismo sea delito
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Pedro Sánchez intenta ocultar su incapacidad gestora resucitando día sí y día también tanto al dictador Francisco Franco como al franquismo (Alfonso Ussía se parte la caja con el antifranquista Sánchez: «Por chulo, ahora Franco estará a un solo billete de metro» ).

No obstante, en su obsesión freudiana sólo consigue emular las pulsiones censoras del régimen que sepultó la libertad en España durante 40 años. Ahora Sánchez quiere modificar el Código Penal para perseguir la apología del régimen franquista y así seguir extendiendo una cortina de humo sobre los problemas reales que padece España (¿Qué hará la Iglesia si finalmente Franco es enterrado en La Almudena?).

Por pura coherencia, es de esperar que después legisle también para perseguir a los que enaltecen el comunismo, con más de 100 millones de muertos durante su infausta historia.

Si, según las sentencias de la Audiencia Nacional refrendadas por Estrasburgo, quemar fotos del Rey se considera un acto de libertad de expresión, ¿por qué no se ha de tratar de la misma forma a la persona que está de acuerdo con el régimen franquista?

Siempre y cuando no haga apología de los delitos que ya contempla el Código Penal para quienes «trivialicen gravemente o enaltezcan los delitos de genocidio, de lesa humanidad o contra las personas y bienes protegidos en caso de conflicto armado, o enaltezcan a sus autores» o «justifiquen por cualquier medio de expresión pública o de difusión los delitos que hubieran sido cometidos contra un grupo o una parte del mismo».

Sánchez tendría que hacer un repaso por sus propios socios de Gobierno. Ahí están los representantes de Podemos, que hacen tratos audiovisuales con la teocracia de Irán, la misma que cuelga a los homosexuales y lapida a las adúlteras.

Por no hablar de la pérfida dictadura bolivariana de Nicolás Maduro, que está provocando una auténtica tragedia humana con una diáspora de ciudadanos que huyen a pie del país hacia territorios como Colombia para no morir de hambre o a causa de la violencia extrema que, propiciada por las fuerzas paramilitares que apoyan desde el propio Palacio de Miraflores, sumen al país en el caos más absoluto. Se sobreentiende que declaraciones como las de Juan Carlos Monedero, que «lloró un Orinoco» con la muerte del sátrapa Hugo Chávez también estarán perseguidas por esta reforma del Código Penal.

Por supuesto, Sánchez no debería volver a contar jamás con el apoyo directo o indirecto de Bildu, un partido de indisimulable sesgo proetarra que, además, está encabezado por un terrorista como Arnaldo Otegi.

De lo contrario, estaría actuando como el dictador Franco: siendo un censor de pensamiento sectario que sólo actúa contra sus obsesiones. Algo que sumiría a España en un atraso intelectual impropio del tiempo que vivimos. La dictadura militar fue nefasta, por supuesto. Nadie lo pone en duda. No obstante, Sánchez mantiene un preocupante combate contra la libertad de expresión. Actitudes así son sinónimo de atraso.

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