ANÁLISIS

Zarrapastrosos al Poder: Todo en Podemos es mentira

Zarrapastrosos al Poder: Todo en Podemos es mentira
Monedero e Iglesias, con otros dirigentes de 'Podemos'. ET

Todo en Podemos, que este 10 de noviembre de 2018 ha convocado una manifestación ante la sede del Tribunal Supremo para recuperar el apoyo de la calle de la que surgió, es una gran impostura (Pablo Iglesias odia a España y si lo dudas, mira este vídeo…).

La radicalización de Pedro Sánchez parece estar achicando el espacio electoral del partido de Pablo Iglesias, y ambos compiten para demostrar cuál es el mejor exponente del neopopulismo que contamina nuestra política (Para la podemita Montero ‘pegar’ tiros en la nuca es libertad pero reirse de su rollo con Iglesias es delito).

Las contradicciones en Podemos son grotescas, y ya ni siquiera Iglesias y sus dirigentes hacen el más mínimo esfuerzo por camuflar sus múltiples carencias intelectuales. Mienten directamente y sin rubor (El falsario Echenique niega que Podemos subiese la tasa hipotecaria en Aragón y Ferreras se traga el bulo).

Lo hace su número dos, Pablo Echenique, alabando las «políticas sociales» que él vulneraba cuando, por ejemplo, ni siquiera dio de alta en la Seguridad Social a su asistente El tuit viral de Irene Montero que le ‘impide’ aceptar los 70.000 euros de indemnización por el poema picantón().

Miente Echenique cuando aboga por la supresión de un impuesto vinculado al régimen hipotecario, como el de actos jurídicos documentados, que él mismo apoyó incrementar a los aragoneses en un 50 por ciento.

Miente Íñigo Errejón, candidato a la presidencia de la Comunidad de Madrid, cuando dice sin avergonzarse que en Venezuela sus ciudadanos comen tres veces al día. Miente Ramón Espinar cuando apela a un régimen hipotecario no controlado por la derecha usurera, cuando a la vez traficaba con una vivienda de protección oficial.

Y miente Iglesias constantemente cuando con sus actos, con su modo de vida personal, y con su ejecutoria política, contradice sistemáticamente lo que dice pensar.

Iglesias ya no es un revolucionario contra el sistema, sino una aburguesada pieza más de ese sistema que contempla cómo Sánchez le empieza a ganar en extremismo. La manifestación de hoy -ante y contra el Supremo- es un intento de legitimar su purismo radical a unas bases que aún toleran sus incoherencias.

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