LAS COSAS DEL GOBIERNO SOCIALISTA Y SUS AMIGOS INDEPENDENTISTAS

El ‘okupa’ Sánchez persevera en el error y se humilla ante el xenófobo Torra para que le reciba

Es incomprensible que el jefe del Ejecutivo reincida en la vía del diálogo, fracasada como dijo Borrell, tras los desprecios de Torra

El 'okupa' Sánchez persevera en el error y se humilla ante el xenófobo Torra para que le reciba
Pedro Sánchez (PSOE) intenta pactar con Quim Torra y sus violentos CDR. EP

Quizá Sánchez pueda aguantar más humillaciones, los españoles, no

LOS juegos de cinismo que se traen entre manos Pedro Sánchez y Joaquím Torra terminarán por hastiar a toda la sociedad española (TVE: la ‘comisaria’ Begoña Alegría ordena a sus periodistas «no molestar a Torra en los Telediarios»).

Después de que el presidente del Gobierno decidiese mantener en Barcelona la celebración del Consejo de Ministros del día 21 de diciembre de 2018, pese a la amenaza de ser boicoteado con violencia, Sánchez se descolgó este viernes, 14 de diciembre, con una inédita oferta al chantajista Torra: la de ofrecerse a mantener una reunión entre ambos, complementaria a la cita del gabinete del Gobierno (La carta de amor a Quim Torra del «puto murciano barcelonés» que le destroza el corazón de golpe y porrazo ).

El gesto de Sánchez muestra una generosidad extrema con quien apela a alcanzar la independencia por vías bélicas es tanto como arrodillar al Estado de Derecho ante quien lo quiere destruir (Pablo Casado: «Los Mossos son 16.000 hombres armados en manos de un loco fanático como Torra»).

Sánchez aún no ha aprendido ni una sola lección útil desde que llegó a La Moncloa, y no parece estar al tanto de que nada hay que dialogar con quien nada quiere dialogar. Pocos minutos tardó Torra en replicar a Sánchez que no quería verle si no era para hablar de autodeterminación de Cataluña y pactar un referéndum ilegal (Barbi-Nebot se viste de Talegón; pide referéndum, exculpa a Torra y se lleva un rapapolvo descomunal en Telecinco ).

Es incomprensible que Sánchez se preste a este juego después de comprobar la dureza con la que ha sido castigado el PSOE en las elecciones andaluzas, y de ver en pie de guerra a los «barones» de su partido, temerosos de un efecto contagio.

Más aún, Josep Borrell ha sido taxativo al afirmar que han fracasado la vía del apaciguamiento con la Generalitat, y la del buenismo claudicante con los separatistas solo porque permitieron a Sánchez derribar a Mariano Rajoy.

Hoy, Sánchez está solo con sus 84 escaños, empecinado en forzar la aprobación de unos presupuestos imposibles, y obsesionado con prolongar la legislatura artificialmente, aunque eso le cueste al PSOE perder el crédito que le queda en muchas autonomías de España.

Torra no merece ser recibido por el presidente del Gobierno español, salvo si es para arrepentirse de su conducta golpista, de sus llamamientos a la violencia, o de promover y justificar la ilegalidad.

O salvo si es para pedir perdón a todos los catalanes por la fractura social abierta, por la estigmatización de todo aquel catalán que no sea separatista, y por el daño brutal a una economía diseñada para ser uno de los motores de España.

Los adjetivos para calificar la irresponsabilidad de Torra se agotan en la lengua castellana. Pero su suicida error de arrastrar a Cataluña hacia un abismo político no puede ser en ningún caso acompañado por Sánchez, cuya obligación como presidente del Gobierno de todos los españoles no es precisamente la de incurrir en cesiones humillantes hasta el límite.

Celebrar el Consejo de Ministros en Barcelona es digno de elogio, no una provocación. Pero ofrecerse para blanquear la imagen de un hoolligan del golpismo como Torra carece de sentido y es ofensivo para muchos españoles.

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