ANALISIS

Encuestas: si esto sigue así, estamos abocados al ‘Gobierno Frankenstein’

Encuestas: si esto sigue así, estamos abocados al 'Gobierno Frankenstein'
Uxue Barkos, los proetarras y Pedro Sánchez. EP

DESDE que Pedro Sánchez anunciase la convocatoria de elecciones generales, los días discurren sin que los sondeos marquen un cambio de tendencia: el triunfo del PSOE parece evidente, según vuelve a constatar la encuesta que este 25 de marzo de 2019 publica ABC, alcanzando una expectativa de voto hasta los 134 escaños, lo que consolida las opciones de Sánchez de formar gobierno junto a populistas de extrema izquierda, secesionistas y nacionalistas.

El PP se recupera ligeramente de su notable tendencia a la baja, logrando entre 94 y 99 escaños, y Unidos Podemos está en el límite de ser superado incluso por Vox. Sin embargo, será inevitable interpretar estas elecciones generales en clave de bloques ideológicos. Y desde esa perspectiva, la fragmentación que experimenta la derecha es demoledora a la hora de asignar de escaños.

La división del votante conservador entre el PP, Ciudadanos y Vox ofrecerá a Sánchez un triunfo en bandeja, beneficiado por la esclerosis que afecta a Podemos y por la notable alza que experimentará en Cataluña.

Ya se ha convertido en un mantra retórico, pero no deja de ser cierto: la división del votante de la derecha en tres partidos distintos penalizará la alternativa de Gobierno porque, dado el reparto de escaños en el sondeo de hoy, resulta imposible que cualquier hipotética alianza postelectoral entre esos tres partidos impida a Sánchez gobernar.

Por eso cobra vital importancia para los intereses de España que al menos el PP y Ciudadanos alcanzasen consensos previos para garantizar una mayoría absoluta en el Senado y no dispersar al electorado en el Congreso.

La gran paradoja «italianizante» de estos comicios es que, siendo aún factible que pudiera producirse una solvente mayoría de centro-derecha en España en términos de votos reales, el reparto de escaños regale el Gobierno a Pedro Sánchez sin el menor esfuerzo.

Falta generosidad en el bloque del centro-derecha, en el que el tacticismo legítimo de cada partido puede dar al traste con una alternativa creíble y necesaria a las propuestas de Pedro Sánchez.

En la práctica, el PSOE ha acumulado méritos para fagocitar más de la mitad del voto de Podemos, que se convirtió en una amenaza para España, y Sánchez ha sabido aprovechar los innumerables errores cometidos por Pablo Iglesias. Sin embargo, el PP no está siendo capaz de combatir el voto emocional y empático de Vox.

Que el partido de Santiago Abascal vaya a lograr casi tres millones de votos para hacerse con hasta 27 escaños es un triunfo sobresaliente. Pero también un problema. Si el objetivo del partido de Abascal es que no gobierne Sánchez para proteger la unidad nacional, algo se está haciendo muy mal en la derecha española.

Ni Vox ni Ciudadanos tienen por qué ceder para ser absorbidos por el PP en virtud del voto útil. Pero los españoles deben saber que la división de la derecha regalará a Sánchez un triunfo que ni él, ni España, merecen.

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