ANALISIS

La encrucijada del centro-derecha español y los apaños de Sánchez con proetarras e independentistas:

La encrucijada del centro-derecha español y los apaños de Sánchez con proetarras e independentistas:
Albert Rivera (CS), Pablo Casado (PP) y Santiago Abascal (VOX). EP

EL centro-derecha en España se encuentra ante una delicada tesitura. Según todos los sondeos, unido suma más porcentaje de voto que toda la izquierda (Policías y guardias civiles claman en masa por la equiparación salarial y acusan al Gobierno Sánchez de reirse de 140.000 familias).

Sin embargo, a una hipotética alianza «Frankenstein» en la izquierda -más radical o menos- con el nacionalismo, el separatismo y el voto justificativo de ETA le favorecería el número de escaños (Rosa Díez: «Pedro Sánchez es una vergüenza como presidente y como hombre»).

Por tanto, una nueva investidura de Pedro Sánchez no solo es factible a día de hoy, sino que también es muy probable.

La fragmentación de la derecha habrá sido un drama para España si Sánchez se garantiza cuatro años más en La Moncloa (Ussía pulveriza a Sánchez con esta escalofriante sentencia: «Necesita a Bildu-ETA para seguir con sus aviones»).

ABC hace este 7 de abril de 2019 un solvente repaso a las intenciones de PP, Ciudadanos y Vox, y aunque parece más que evidente la pretensión de esos tres partidos de alcanzar acuerdos post-electorales, lo cierto es que parecen anularse entre sí.

Es legítimo que Pablo Casado, Albert Rivera y Santiago Abascal no renuncien a ninguno de sus postulados y expectativas. Sin embargo, es evidente que la suma de unos supone la resta de otros en virtud de la proporcionalidad de la Ley D´Hondt para la asignación de escaños.

Ninguno de los tres partidos ha renunciado a presentar listas en todas las circunscripciones, y tampoco hay una coalición electoral que les permita aglutinar votos para que ningún partido del centro-derecha acabe beneficiando a la izquierda.

Es razonable que todos ellos coincidan en la idea de que otorgar el mandato de la nación a Sánchez supondrá una ruina económica para España, la superación de los consensos de la Transición, y un pacto indigno con el separatismo para romper la unidad de la soberanía nacional.

Sin embargo, está faltando generosidad en Cs y en Vox para aglutinar voto a favor del PP, porque objetivamente es la única alternativa posible frente a la tóxica alianza que busca Sánchez con tal de perpetuarse en el poder. Todos los partidos del centro derecha tienen sus virtudes y sus defectos.

Pero conviene no perder la perspectiva de que miles de votos entregados a Cs y a Vox en decenas de provincias no servirán para el cambio requerido por España porque no sumarán escaño. Pero no toda la suerte está echada. El barómetro que hoy publica ABC indica que hasta un tercio de los votantes aún piensa que es posible que cambie su voto.

España ha entrado en una compleja fase de italianización de su vida política. El voto emocional es legítimo, pero es un error que puede dar al traste con una alternativa a Sánchez que permita al país no entrar en recesión y no someterse a la voluntad del independentismo, o a un revisionismo histórico sectario.

Sánchez pretende dar continuidad a un proyecto iniciado por Rodríguez Zapatero en 2004 para que España deje de ser España, y para imponer una suerte de ingeniería social en la que gran parte de los españoles no se reconocen.

Por eso es un drama la fractura en la derecha, y por eso el votante de este espectro ideológico debe reflexionar. No tanto sobre el sentido de su voto, sino sobre sus consecuencias.

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