Todo esta muy apretado y en el aire ( Federico J. Losantos: «Ante un gobierno del PSC y unas Cortes separatistas, no cabe la abstención»).
Segun el último sondeo de Demoscopia, tras las elecciones municipales de este 26 d emayo de 2019, el PP lideraría con una diferencia mínima el cambio en el Ayuntamiento de Madrid junto a C’s y Vox (El ‘Madrid sucio’ de Carmena y los zarrapastrosos de Podemos entra por fin en campaña).
Por lo que respecta a la Comunidad de Madrid, el PSOE ganaría pero no podría gobernar por el empate entre la izquierda y la derecha (El PP recupera voto en Madrid y el centroderecha puede derrotar a Carmena y sus compinches).
Aunque todos los municipios y comunidades son relevantes, el impacto de Madrid y su región a efectos nacionales es inigualable y ni siquiera Cataluña y Barcelona alcanzan esa categoría, siendo muy importante lo que ambas suceda el próximo domingo 26M.
Pero es en Madrid donde se decantará definitivamente la batalla política nacional: si gobierna la izquierda, el ciclo de Pedro Sánchez quedará definitivamente consolidado y el PSOE, con sus distintos socios potenciales, ostentará la práctica totalidad del poder institucional español (Muchas risas (e indignación) con el CV profesional de la candidata podemita a la CAM que jamás ha pegado palo al agua: «He vivido en Lavapiés»).
Pero si el centroderecha retiene la Puerta del Sol y, aún más, recupera el Ayuntamiento de la capital, el contrapeso al sanchismo quedará reforzado y la disputa entre bloques volverá a estar situada en los parámetros que en realidad siempre han existido: los votos totales a este espectro ideológico nunca han estado en crisis, al contrario, pero su cristalización en escaños ha hecho parecerlo.
Sería muy deseable que gobierne quien gobierne en la primera región de España, no dependa de partidos como Podemos, cuya candidata, Isabel Serra, practicaba el vandalismo no hace tanto y hoy en día se dedica a denigrar a prohombres de la economía española como Amancio Ortega, a cuento de sus generosas donaciones en tecnología contra el cáncer (Amancio Ortega, enemigo del pueblo según Podemos, paga a Hacienda más de 2.000 millones en impuestos cada año).
El aspirante socialista, Ángel Gabilondo, no asusta a nadie: es un hombre serio, moderado y dialogante, muy alejado del extremismo de algunos de sus compañeros y no digamos de sus teóricos socios.
Pero su negativa a comprometerse a pactar con Podemos, al que necesitaría sin duda, pone en entredicho su capacidad de aplicar esas virtudes a un Gobierno hipotecado por extremismos.
Por el otro lado, salvo que al final les den la cuentas y el hoy improbable pacto entre PSOE y Cs resucite tras el paso por las urnas, las coincidencias son mayores: con sus diferencias, Díaz Ayuso y Aguado pueden entenderse a la perfección, en el orden que decidan los votantes, y el respaldo de Rocío Monasterio no debe asustar a nadie, por mucha campaña de desprestigio que se quiera hacer de Vox.
El debate de Telemadrid sirvió, en este sentido, para clarificar las posiciones de todos y exhibir a un candidato solvente, el de Ciudadanos; una digna heredera del legado popular sin su carga negativa y una solvente novedad.
Frente a eso, ni el prestigio sereno de Gabilondo puede ser una alternativa si su gestión queda intervenida por dos partidos enemistados, nacidos ambos de Podemos, encabezados por un enigma como Errejón y una deplorable certeza como Serra.