FE DE ERRORES CON ERRORES

Ayer, viernes, 15 de octubre de 2010, en la página 16 del prestigioso y “pluscuancentenario” (más que centenario) periódico donde publican regularmente sus columnas dos (le pido prestado al maestro Cervantes el sutil subterfugio que pergeñó para dejar en una nebulosa el nombre de la aldea donde residían Alonso Quijano y Sancho Panza, protagonistas de su inmortal obra) de los diez mejores articulistas del país (en mi modesto criterio —acepto, porque soy un tolerante militante, convencido, las discrepancias—, personal opinión), quiero decir, ABC, leí en letra menuda una FE DE ERRORES con errores:

“La viuda del ex presidente del Gobierno Leopoldo Calvo-Sotelo se llama Pilar Ibáñez Martín (sic; convendría haber colocado el guión, pues su primer apellido, como el de su difunto marido, es compuesto: Ibáñez-Martín) y no Giuliana, como por error se publicó anteyer (sic; el yerro es evidente) en la crónica del Desfile de la Fiesta Nacional. En cualquier caso, ninguna de las dos estuvieron presentes (sic; craso error; claro caso de solecismo; pues el sujeto de la oración es ninguna, singular; ergo, el redactor o redactora debió escribir “estuvo presente”) en el acto”.

Fue Jonas Edward Salk, el médico y epidemiólogo estadounidense que desarrolló la primera vacuna contra la poliomielitis, quien dijo y dejó escrito que “la recompensa del trabajo bien hecho es la oportunidad de hacer más trabajo bien hecho”.

Nota bene

Por si no ha quedado cristalino, esto dice el Diccionario panhispánico de dudas al respecto:

2. Si ninguno va seguido de un complemento plural introducido por de, la concordancia del verbo ha de hacerse con el indefinido, esto es, en singular, y no con el sustantivo plural: «Ninguno de los chicos se enojó por la derrota» (NProvincia [Arg.] 3.7.97), y no Ninguno de los chicos se enojaron.

Ángel Sáez García
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