El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Tildes de más y de menos

TILDES DE MÁS Y DE MENOS

Dilecto Bieito Rubido Ramonde:

Acaso convenga advertir que abundo, grosso modo, con el alcalaíno don Miguel por antonomasia o excelencia; quiero decir, que defiendo a capa y espada el criterio cervantino (véase “El coloquio de los perros”, donde Cipión le dice a Berganza: “y es que los cuentos unos encierran y tienen la gracia en ellos mismos, otros en el modo de contarlos (quiero decir que algunos hay que, aunque se cuenten sin preámbulos y ornamentos de palabras, dan contento); otros, hay que es menester vestirlos de palabras, y con demostraciones del rostro y de las manos, y con mudar de voz, se hacen algo de nonada, y de flojos y desmayados se vuelven agudos y gustosos; y no se te olvide este advertimiento, para aprovecharte dél en lo que te queda por decir”) de que unos relatos me gustan por lo que cuentan (el fondo, la historia) y otros por cómo lo cuentan (la forma). Ergo, hoy, Jueves Santo, 21 de abril de 2011, como estoy de acuerdo, a grandes rasgos, con los autores de la página 14 de ABC, Manuel Martín Ferrand y Fernando Fernández, en lo tocante al contenido de sus artículos, “LAS GUERRAS HACEN DAÑO” y “LA CAPTURA DEL ESTADO”, respectivamente, me referiré al continente del uno y del otro, porque de ambos discrepo en varios puntos.

Don Manuel se olvidó la tilde en “apuntó”: “(…) tampoco lució su brío, ni brilló su iniciativa, ni apunto su imaginación (…)”.

Escribe “Barak” por “Barack”, la verdadera gracia del presidente estadounidense Obama. Y llama Michel a Cameron, cuando todo el mundo lo conoce por el primero de sus nombres de pila, David (William Donald).

Don Fernando pone una tilde a la conjunción “que” (en “Es obvio qué será un nuevo injerto fallido”), que no la debe portar. Y no la coloca al pronombre interrogativo “quién” (en “Los diputados saben bien con quien se juegan su futuro”), que sí la tiene que llevar. Para solventar hesitaciones, recomiendo encarecidamente la consulta del Diccionario panhispánico de dudas.

Pero el error garrafal, morrocotudo, lo comete al escribir esto: “¡hay de aquél que ose disentir de su partido (…)!”. Ahí, en ese “hay”, que es una interjección “ay”, hay una clara hache de más.

Sin otro particular, aprovecha la ocasión para desearle salud a usted y a cuantas/os hacen realidad el hodierno ABC,

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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