ACENTO GRAVE Y AGUDO
Dilecto Bieito Rubido Ramonde:
Acabo de leer (procuro hacerlo a diario) la última columna publicada por quien, si no es el mejor articulista español del momento (porque a veces pienso que ese honor también podría cuadrarle, sin menoscabo, a Juan José Millás), es uno de los cinco mejores, sin duda, Ignacio Camacho. Lleva por título “Segolène Chacón”. En esta ocasión (como casi siempre; creo que, de entre las miles que le he (re)leído, sólo ha habido un par de urdiduras (o “urdiblandas”) a las que les coloqué en su momento el denuesto —en su acepción antigua de “objeción”, pues no llega a la actual de “injuria”— de “faltas de rasmia”) don Ignacio ha trenzado como suele, con la maestría habitual, la esperada. Ahora bien, según mi parecer, hoy debería haber entrecomillado la voz “adaptadiza”, porque no la recoge el DRAE, y haber puesto el acento agudo que debe ir sobre la primera e del nombre de la política socialista francesa “Ségolène” (el yerro lo itera a lo largo de todo el texto) Royal y, asimismo, la tilde en el vocablo “póster”. Como dejó escrito Quinto Horacio Flaco, en su “Epístola a los Pisones”, “quandoque bonus dormitat Homerus” (en traducción libre, literaria, de vez en cuando, el bueno de Homero también se duerme en los laureles).
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Ángel Sáez García
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