EL ESCRITOR ESCUCHA, OBSERVA, HUSMEA
—El escritor escucha, observa, husmea.
Amén de ser un ducho en telarañas,
Do se cruzan verdades y patrañas,
Atento está a lo estático, Atenea.
—Y alerta está también, por si menea,
A la persona que usa bien sus mañas,
Sus subterfugios, sí, y sus artimañas
Para endulzarlo todo, Dulcinea.
—Aguza la mirada, piel y olfato
Para que entre la vida por sus niñas,
Por sus poros y caños de narices.
—Habla con Micifuz, de Angora un gato,
Con los racimos de uvas de sus viñas
Y hasta con de un affaire varios carices.
Edurne Gotor, “Metonimia” (“Dulcinea” y demás seudónimos) y Esther Gofio, “Metamorfosis” (y, entre otros heterónimos, “Atenea”).
Ángel Sáez García
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