El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

¿Sánchez? ¡El desahuciado ha renacido!

¿SÁNCHEZ? ¡EL DESAHUCIADO HA RENACIDO!

“Pero él le dijo: ‘Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado’”.

Final de la parábola del hijo pródigo, según el Evangelio de Lucas, 15, 11-32.

Puede creerme. No he probado una, ni dos, ni tres, ni cuatro, ni cinco,…, sino (quizás concluya antes y con la mejor compañía, la triple alianza, formada por la exactitud, la honradez y la sinceridad, si echo mano como tabla de salvación o salvavidas de la letra ene, o sea, del número indeterminado; probaré; a ver qué sale) ene veces; bueno, pues, nada (de nada); que no ha habido manera, vaya. Mire. He hecho el esfuerzo de cepillarme todos los prejuicios que todavía pudiera portar o portear conmigo. Bueno, pues, insisto, ni por esas. Ergo, itero lo urdido. No ha habido manera humana de sacar nada de provecho ni en claro en lo tocante al asunto o la relación de Pedro Sánchez con el PSOE o viceversa.

No sé a usted, atento y desocupado lector (sea hembra o varón), pero a mí me resulta meramente imposible entender cómo el PSOE, tras haber identificado cuál era la causa de su mal, un tumor, y dónde se hallaba, en la cabeza, que lo estaba matando paulatinamente y haber dispuesto todo (incluso firmó el consentimiento informado de cuanto se le iba a hacer) para llevar a cabo la intervención quirúrgica y cortar por lo sano, ha vuelto a las andadas.

¿No fueron los propios militantes socialistas (y, a su vez, miembros del Comité Central) los que echaron (sensu stricto, dimitió Pedro) a Sánchez de Ferraz, tras perder este la votación (132 contra 107) sobre la convocatoria de un Congreso Extraordinario en Noviembre del año pasado? Las razones que transcendieron a los medios fueron (me pongo el disfraz de Perogrullo para terminar la frase) las que fueron. Al parecer, algunas de las que había (tal vez unas cuantas permanezcan aún ocultas) se callaron. Ignoro si para usted fue llamativo (por lo menos, para este menda sí lo fue) que su segundo, el secretario de Organización, el riojano César Luena, que abandonó la sede de Ferraz aquel infausto primer día de octubre —madrugada ya del 2— del año pasado diciendo que apoyaría con los ojos cerrados a Sánchez así: “Yo siempre apoyaré a Pedro Sánchez. La decisión de presentarse a primarias es suya, pero yo siempre le apoyaré”. Está claro que nadie es un héroe para su ayuda de cámara (que nadie busque comparaciones —siempre odiosas para quien sale perdiendo después del símil—); que nadie es un señor delante de su criado, que sabe de sus debilidades por haberlo tratado en la intimidad. ¿Qué motivos o razones le llevaron a desdecirse, transcurridos menos de seis meses (¡con lo que penaliza a un político dar muestras de incoherencia!; en el caso que nos ocupa, evidente/s, notoria/s, palmaria/s) y a preferir integrarse en el candidatura de Patxi López y declarar el 7 de abril de este año que López era “el mejor candidato (…) Votaré a Patxi López, porque es el único que garantiza el futuro y la unidad para el PSOE?”.

He intentado, por todos los medios que tenía a mi alcance, con las piezas de que disponía, darle una forma congruente al puzle, pero he llegado a la conclusión (la sensación resultante es refractaria) de que me faltan piezas, bastantes teselas para completar el mosaico. ¿Cuántos miembros de la Comisión Ejecutiva anterior, fieles a Sánchez, lo siguen siendo de la actual? ¿Cuatro? ¿Cinco? La pregunta puede que para usted no lo sea, pero para mí es pertinente, distintiva, relevante. No me cabe en la cabeza cómo alguien que había sido desahuciado por cuanto galeno lo había auscultado ha renacido, como el título de la película protagonizada por el oscarizado Leonardo DiCaprio. No me cuadra. No sé qué pasará en las mentes de las/os demás, pero en la mía no consigo encajar el mito del ave fénix, que resurgió de sus cenizas, con Sánchez, el muerto de otrora con el redivivo y aun fortalecido de ahora. ¿Cómo ha conseguido devenir el villano en héroe? Como no soy militante del PSOE, acaso me falten las claves necesarias y precisas, que otras/os, sin duda, conocen, de buena tinta, y poseen para dar una explicación razonada al enigma o la respuesta oportuna a tal pregunta. Yo me veo imposibilitado para ello; soy incapaz.

Está claro, cristalino, que Sánchez ha sacado rédito a algunas muestras de su coherencia. Dijo que se marcharía si perdía la votación sobre el Congreso Extraordinario; la perdió, dimitió y se marchó. Sánchez, antes de abstenerse en la votación a Rajoy y conculcar el acuerdo del Grupo Socialista y votar no (prefirió seguir siendo consecuente con su “No es no”), se vio, obligado por las circunstancias, abocado a renunciar a su acta de diputado. Tal vez, en este gesto quepa hallar la raíz y el quid o fundamento de su posterior gesta.

No sé (porque uno no deja de sorprenderse cada día, grata e ingratamente; sobre todo, lo último) si Sánchez va a ser, a partir de ahora beneficioso o perjudicial para el PSOE. Sé qué ha ocurrido en el pasado, que ha perdido dos elecciones contra Rajoy, pero también que no se ha dejado sobrepasar por Pablo Iglesias y su Unidos Podemos. No sé si es, de verdad, el lobo (ignoro si ha tenido que imitar, o no, a Ulises/Nadie, quiero decir, colocarse sobre la espalda una piel de oveja para burlar al cíclope —siempre que veamos en la urna, que solo tiene una ranura, al gigante de un solo ojo—, cuidador del rebaño, y salir de la cueva) que muchos ven en él. No sé si habrá aprendido de los (muchos) errores que cometió. Su Estado plurinacional me chirría, pero demos tiempo al tiempo, a ver en qué queda.

Solo espero y deseo, atento y desocupado lector (sea ella o él), que, mudando lo que deba ser mudado, Pedro Sánchez no sea el pastor James Warren, el redivivo Jim Jones, que otras/os muchas/os ven en él, y provoque en el PSOE el suicidio colectivo que el orate con poder propició hace 39 años en Jonestown, Guyana.

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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