El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Deja estela (no añado lo que huelga)

DEJA ESTELA (NO AÑADO LO QUE HUELGA)

Dilecta Pilar:

Está claro, cristalino, que a los escritores (a ellas y a ellos, a ti y a mí) les/nos llena escribir a diario. Escritor/a es la persona que, cuando se inició en estas lides de colocar una palabra tras otra con coherencia y cohesión, saboreadas las primeras mieles, las que le reportó poner la primera vez su firma a un texto literario, ya no puede dejar de escribir. Y esto es así desde aquel día en el que entendió lo que convenía, pero no había asimilado todavía, que a escribir solo se aprende escribiendo. No hay otra manera. Se empieza siendo lector/a y, si uno/a cae en las garras y las fauces de la literatura y se atreve a urdir poemas y prosas, ya no puede dejar de escribir, de ejercer de escritor/a.

Celebro que hayas pasado un buen rato leyéndolo.

Vive y bebe en la cordobesa Lucena un sorbo de vino a tu salud (a la de Jesús y, si no tienes inconveniente, te agradecería que fuera también a la de tus allegados, a la de Bermejo, a la del finado Santaolalla y a la mía). Deja estela y/o huella (no añado que buena, porque sería tautología).

Aunque de la docena de acepciones que brinda o recoge el DRAE del vocablo “vicio” hay que llegar a la undécima para hallar el uso (eso infiero, al menos, al leer tu correo) positivo que haces del término, “cariño, condescendencia excesiva, mimo”, asentiré, diré amén.

Pues me parece que harás lo correcto. Ya sabes lo que dicen que dijo un sueco (que no se hacía el tal mientras lo decía): una alegría compartida es una alegría doble; una pena compartida es la mitad de una pena.

Mi querida amiga Prepedigna (en realidad era amiga de Iluminada, mi madre —tenemos amistad desde que yo estudiaba Medicina en Zaragoza y fui a Pamplona a visitar a mi progenitora, ingresada en la Clínica Universitaria, que había sido operada de tiroides; “Prepe” era su compañera de habitación—, y Miguel, su marido, amigo entrañable de Eusebio, mi padre; yo he tenido la gran suerte de heredar esa enriquecedora relación de amistad y, siempre que voy a Pamplona, generalmente por cuestiones médicas, procuro quedar con ellos y con mi prima Justina y suelo invitarles a los tres —que, cuando he sido intervenido en la capital del viejo reino, siempre han acudido a visitarme— a tomar un café) es una experta en ese menester, quiero decir que hace un bizcocho estupendo; como mucho, puede haber otro que iguale al suyo (pero difícilmente probaré el que logre superarlo). Ayer, precisamente, en la conversación telefónica que mantuve con ella, lo volvimos a comentar, que es una perita en hacer bizcocho/s.

Pues, con la debida antelación, te hago depositaria del encargo de darle en tiempo y forma, con las tuyas, mis ¡muchas felicidades! Que no me entere de que las mías las has echado en saco roto o pasado por alto, ¿eh?

Que todo te/os salga a pedir de boca.

Abrazos y besos.

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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