Artículo de opinión

Opinión: Sobre la xenofobia peruana contra venezolanos

Opinión: Sobre la xenofobia peruana contra venezolanos
Diáspora venezolana PD

Difícil hablar sobre un tema tan complejo como la xenofobia. Sobre todo cuando la violencia se incluye como una de sus manifestaciones.

Sucede en Perú y en muchas partes de Latinoamérica con respecto a nosotros los venezolanos. Las razones pueden ser muchas.

Lo que sí tengo claro es que un “pecado” no se combate cometiendo el mismo “pecado”, por doloroso que esto parezca.

Fácil para mí decirlo. Otra cosa piensan los familiares y amigos de Orlando Abreu y tantos otros que lo han sufrido.

No tengo dudas que hay personas del Foro de Sao Paulo, ayudando a esparcir este mal, para favorecer a uno de sus miembros más importantes: El Chavismo.

El chavismo nació como un movimiento xenofóbico. En muchos lugares a lo interno de Venezuela, decir “soy adeco”, “copeyano” o de la “cuarta”, era motivo de agresiones, de improperios y hasta de “ataques físicos”.

Yo mismo lo viví en diciembre del 2013 en Maracaibo.

La xenofobia también es usada con fines criminales, para robar y apoderarse de lo que no les pertenece y para erigirse como jefes de una zona, realizando a través del temor actos delictivos.

Caso Perú

Sin ánimo de navegar en profundidades sociológicas, las tensiones entre venezolanos y peruanos son herencia de viejas tensiones entre los mestizos hispanos y los “cholos” (indígenas hispanizados).

El peruano a través de los venezolanos, realiza un acto que psicológicamente se acerca a la venganza, por los agravios de las minorías mestizas y blancas de su país. Tiene igualmente algo de resentimiento.

Sí, el mismo resentimiento que le inculcaron a los “pobres” en Venezuela, los “descamizados” como les decía el “charlatán mayor” Hugo Chávez. Los comunistas como los nazistas en el pasado, son especialistas en hacer creer que “tú pobreza” es  directamente proporcional a la “riqueza” y el “progreso” del resto.

Simple odio, étnico, puro y simple. Mucho más ante una población grande como la venezolana, que supera los 500 mil en una nación que tiene poco tiempo de experimentar un estándar moderno en su economía.

Ese sentimiento interno, es de rechazo, a lo diferente.

El “cholo” ve en nosotros poseedores de más sangre y carga cultural europea, una versión en menor escala, de quienes en su país por mucho tiempo los segregaron.

Es terror a la repetición en una versión modernizada de exclusión y maltrato.

Los migrantes venezolanos, tienen un nivel de formación mucho más elevado que el común peruano.

Aunque no faltan las “ovejas negras”. Los delincuentes venezolanos también han emigrado. La percepción del empresario y del comerciante peruano sobre los venezolanos es buena. Muchos compatriotas de la misma manera llevaron sus inversiones a esas tierras y han sido exitosos, generando productividad a esa nación.

De hecho, el desempleo entre los venezolanos es menor que el de los peruanos y eso también genera malestar, no solo en Perú.

Hasta el tema de la belleza es motivo de sentimientos encontrados. Nuestras mujeres muchas con esa triple herencia europea, india y negra, han revolucionado el orden femenino y seguramente también en el mundo masculino.

Partan de este supuesto de orden étnico: Los recién llegados se aproximan más a los patrones estéticos occidentales. Eso es nitroglicerina social.

Venezuela surgió del mestizaje más profundo y desde un molde mucho más europeo. El Perú, es la suma de un “aculturamiento” de las etnias indígenas del Tahuantinsuyo de mezcla étnica menor y con mayor preserva del hiper-estrato cultural precedente.

Los venezolanos somos una sociedad de migrantes. Vinimos en barcos. Fueron 500 años de migraciones de Europa y de África, unas voluntarias y otras involuntarias. El Perú no. Son indígenas que vieron la imposición de una élite blanca española, que aún domina la economía, que se mezcló muy poco, son una raza pura, viviendo un proceso de incorporación no plena al mundo cultural hispano católico.

El indio quechua “aculturado”, tras 500 años de maltrato en su tierra, encontró unos «blancos pobres» de los que vengarse…

Los colombianos lo han vivido, los chilenos, los argentinos.

Simplemente la sociedad peruana tiene un componente identitario étnico cerrado que repele a los migrantes. La mejor prueba de esta afirmación es evidente: Los chinos y japoneses se mezclaron con negros y blancos fundamentalmente. Muy poco con “cholos o indígenas”. Pregunten ¿Por qué?

El Cholo es más racista que el blanco y el negro. O si no queremos usar esa palabra, es reacio a perder su identidad ancestral.

Muchos se sorprenderán porque recién acaban de descubrir que el “racismo” como fenómeno no es exclusivo de los “blancos”.

El indio (y eso lo vemos no solo en el Perú), se cree dueño “autóctono” de la tierra americana, más que nosotros. Los comunistas además impropiamente y vulnerando la historia han aumentado con otros fines esta situación. Revisen nuestra constitución.

Yo no soy culpable de las masacres del pasado. Ni soy responsable de que los conquistadores europeos hayan triunfado. Eso lo hicieron los alemanes nazistas contra el pueblo judío, usando como excusa la muerte de Jesús.

Este tema da para más. De hecho, las invasiones de fincas en nuestros campos, no solo ha generado muertes, malestar, sino retraso, pobreza y hoy tenemos latifundios en manos del 0,9% de la población.

En conclusión no pretendo exonerar ni justificar estos hechos.

Solo busco partir del análisis, de la comprensión, para encontrar las respuestas.

El fuego no se combate con fuego.

En Venezuela hubo y hay racismo eso no se nos olvide. Hasta en la política lo observamos. Rómulo Betancourt rompió esa suerte de fenómeno. Con fallas y errores. Chávez y otros pudieron ingresar a la Academia Militar gracias a ello.

En Estados Unidos, muchos de la población de color (negros) practican la xenofobia contra una población hispana que los desplaza en muchos campos.

En Europa también.

En Caracas todavía los amos del Valle existen y tienen sus reglas. Muchos no perdonan que un “negro” haya sido presidente, no por lo malo y pésimo de su gestión, sino por su color.

Una parte de la sociedad no acepta y repudia la existencia y los derechos de los homosexuales y aunque yo creo que nadie nace con esa condición, estamos obligados a respetarlos y no cometer actos denigratorios.

Para los venezolanos en Perú un consejo: Si no hay espíritu de justicia, de legalidad, lo mejor es abandonar ese país. Puedes asumir el riesgo de enfrentarlo. Eso sí decídelo a conciencia de las consecuencias.

De seguro, muchos emigraron a ese país desconociendo sus raíces culturales sobre el tema.

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