Los agentes admitieron que se limitaban a cumplir órdenes

Los matones de Nicolás Maduro amenazan de muerte a la única gobernadora de Juan Guaidó

Los escuadrones policiales venezolanos interceptaron a Laidy Yorveys Gómez Flórez en Táchira y le apuntaron a la cabeza un arma corta

Los matones de Nicolás Maduro amenazan de muerte a la única gobernadora de Juan Guaidó
Laidy Gómez, gobernadora del Táchira PD

La dictadura de Nicolás Maduro sigue utilizando a las fuerzas policiales para amenazar e intimidar a los opositores.

Gómez Flórez es la única mujer de la oposición en Venezuela elegida para gobernar un estado, desde que fue electa en las elecciones regionales de 2017.

Un mes después, en enero de 2018, Nicolás Maduro crea la figura de Protector del Táchira y designa en él a Freddy Alirio Bernal Rosales, un funcionario policial que había ocupado varios cargos en el Gobierno y relacionado a grupos armados.

Él usurpa funciones no solo de la Gobernación, sino incluso policiales y militares.

Ahora, la mandataria tachirense iba en una camioneta acompañada de dos directoras de su tren ejecutivo, Lelis Bautista, de política, y Beatriz Mora, del Instituto Tachirense de la Mujer (Intamujer), un policía estadal manejando y Alfredo, asistente de la Gobernadora.

En otra camioneta oficial de la Gobernación iba la escolta femenina y el chofer.

A la altura de un sector llamado Caliche, la licenciada Mora baja a tomar aire, porque el tránsito por la ruta de montaña es abundante en curvas y ello le causó mareo. Ahí se percatan del paso de cinco camionetas. Más adelante, a la altura de San Félix, un vehículo blanco se les atraviesa en una curva, ocupando los dos canales, a la vez que una camioneta Toyota llega para ubicarse junto al otro vehículo.

La gobernadora y su grupo se ven obligados a detenerse. De la camioneta y el machito salieron varios hombres, vestidos de gris y negro, uniforme que usa FAES, fuertemente armados y los apuntaron.

Gómez baja del vehículo y encarando a los funcionarios les reclama por estarlos apuntando con esas armas de guerra y les exige explicaciones.

Un hombre de contextura gruesa, pero bajo de tamaño, con el rostro parcialmente cubierto, se acerca a la Gobernadora y le apunta a la cabeza un arma corta. Ante el airado reclamo de ella, uno de los funcionarios, de estatura alta le dijo: “Estamos cumpliendo órdenes”.

Los FAES siempre mantuvieron a los demás funcionarios de la Gobernación apuntados y le quitaban y colocaban los seguros al armamento, para torturar psicológicamente a la gobernadora y a su equipo.

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