Una encuesta, ni siquiera un análisis de un estudioso de la opinión, sustituye la decisión final del presunto elector.
Los números te pueden indicar una realidad y ciertamente muchos juegan a crear esa sensación para captar a algunos, que prefieren anotarse a ganador.
Hace muchos años se le denominaba la operación “hamaca”. El elector se movía de un lado a otro, que consideraba con mayores posibilidades, pues el 99% de los votantes, no quieren perder su voto.
En el caso venezolano es peor. Por naturaleza, nos gusta apostar y no perder. Esta última palabra no es de agrado.
Por ello siempre he dicho, que la política es un juego y nadie lo realiza para perder. Buscamos dividendos, ganancias, logros, aún no acertando del todo.
Oscar Schemel de la oficialista encuestadora Hinterlaces, ha dicho por primera vez en muchos años una gran verdad, palabras más, palabras menos: «El gran adversario del Gobierno no es la oposición, es el descontento»
El chavismo no está perdiendo con la oposición, sino con los desencantados, molestos, inconformes, con los resultados de estos 24 años de tragedia económica y social, que ha significado su gobierno.
La auto identificada oposición, en sus dos vertientes, ha soslayado el alcance de una realidad inmanente, que en lo particular tenemos años denunciando:
La desconexión total entre lo que piensa y padece el común y la clase política.
El 99% de los candidatos opositores no cumplen la función conativa del lenguaje político. No incitan a votar sino a profundizar el odio, la rabia, y eso no es del todo malo pero debe sujetarse a buscar el voto, a despertar el deseo de responder democráticamente para cambiar su existencia.
Lo único que han logrado es que la mayoría piense que estos “tipos” (el chavismo) con votos no sale y ante las dudas que muchos con posibilidades de ganar siguen planteando en torno al CNE, están convencidos que “habrá trampa”, que votar es una pérdida de tiempo pues alterarán los resultados a favor del chavismo.
Las encuestadoras y los que viven de medir la opinión mienten descaradamente. Quienes están ganando lo hacen, con un porcentaje de apenas el 10% que quiere votar. Eso no lo dirá ninguna encuesta pues ese es un negocio y todos los de ese ambiente, ocultan ese panorama.
Hoy por hoy la única salida que tienen muchos como meta, es una alcabala fronteriza, un barco, un aeropuerto, hacer dinero para emigrar.
No es posible que no detengan la campaña para las internas y asuman la defensa de los trabajadores educacionales, de los pensionados, de los trabajadores de Sidor, Pdvsa, de los presos políticos, etc.
Me asombra el mutismo que hay sobre el terrible tema de la gasolina, de la electricidad, del agua y de la inseguridad.
Promediando los estudios de opinión más serios, observamos:
1) Poca disposición a votar en las primarias. El evento no despierta atención y hay temor); 2) Del 5% de los que van a votar, sin qué exista mayor cambio de las preferencias generales, María Corina logra cerca del 40%; 3) En el voto abierto baja María Machado, aunque la mayoría de esos encuestados dice no votar en primarias y suben Prósperi y Superlano (quien ha duplicado sus preferencias generales en un mes); 4) Capriles sigue navegando; 5) el Conde empezó a caer, cuesta abajo en la rodada…6) no hay ningún postulado o nombre de la Alianza Democrática con más de 1%.
Virtualmente ese bloque está desapareciendo, aunque Laidy Gómez y Luis Eduardo Martinez mantienen interesantes niveles de conocimiento el elector, no les ve candidatos, ni Brito, ni Bernabé, ni Alvarado, ni Bertucci logran más de 0,4%; 7) Rosales mejora en sus niveles de aprobación, está casi 50-50 entre ambas, está logrando que el país lo deje de despreciar. No será fácil y muchos apuestan a que no podrá. 8) Hay que prestar atención a Superlano, es junto a María Machado el único candidato del que los grupos focales indican «me gusta como habla».
Superlano está jugando inteligentemente, tiene simbologías formidables en un país que gusta de las mismas, habla de historia en un país enamorado de su historia y ávido de encontrar justificantes históricos. Simplemente habla.
María Corina Machado está avanzando en moderarse y su electorado es el que menos miedo tiene de votar con el CNE, mientras el electorado de el Conde y Capriles es el que más teme.
Paradójico: Los más impactados por el temor al CNE, es el electorado de quienes más defienden votar con este. Y el electorado que menos se ve desmovilizado por el temor, es el de quienes no quieren al CNE
Los «radicales» de María Corina, están listos para desafiar al CNE, los moderados no.
¿Y por qué los moderados no? Por qué temen las represalias de un Chavismo al que ven sosteniéndose en el poder
Para el dirigente de nivel alto opositor promedio, que suele tener importantes niveles de analfabetismo funcional, hablar de historia es algo fuera de moda, obsoleto. Se equivocan.
La verdad es que los políticos que hablan de historia demuestran dos cosas: 1) su nivel de cultura y este pueblo gusta de líderes cultos; 2) su nacionalismo y este es un movilizador importante.
Tenemos una alta dirigencia opositora que habla de «política», entendiendo por hablar de política el comentar la coyuntura, pero es incapaz de construir conectores emotivos y propositivos.
Hablan de «política» pero no de políticas públicas (que es lo que a la gente le puede cambiar la vida), hablan de «política» pero no de la identidad (que es algo que da votos).