Lejos quedaron las suposiciones de que la retórica de Trump –que en ocasiones ha sido claramente antimigratoria y despectiva– resultaría en una pérdida masiva de apoyo entre los latinos. En cambio, los resultados apuntan a que los hombres latinos, afectados por temas económicos y desencantados con el enfoque demócrata, decidieron volcarse en favor del expresidente.
Esto plantea preguntas incómodas para los demócratas, que invirtieron enormes sumas en campañas publicitarias en inglés, español e incluso spanglish.
¿Por qué fallaron? Las respuestas están en la misma comunidad latina, que ha dejado claro que su principal preocupación es la economía y el poder adquisitivo, un tema que ha resonado profundamente en medio de la inflación y la inseguridad financiera que afecta a millones de familias trabajadoras.
Durante años, los demócratas asumieron que tenían un apoyo asegurado entre los latinos debido a su postura en temas como inmigración y derechos civiles.
Sin embargo, estos resultados demuestran que la comunidad latina no es un monolito y que el electorado hispano está dispuesto a priorizar sus intereses económicos por encima de otros temas. Esto también resalta el error de percepción común sobre los latinos en la política estadounidense: asumir que los valores y prioridades de una comunidad tan diversa se alinearán automáticamente con un solo partido.
Figuras clave del Partido Republicano, como los senadores de origen cubano Ted Cruz y Marco Rubio, han sido grandes beneficiarios de este cambio. Ambos aprovecharon para resaltar que el Partido Republicano se ha convertido en una coalición multiétnica, con latinos que, según Rubio, «aman a su país». Con esta estrategia, logran apelar a un orgullo de identidad nacional que trasciende la etnicidad.
Así, esta elección debería ser una advertencia para los demócratas. La pérdida de apoyo entre los latinos es una tendencia que, de no cambiar, puede consolidarse. Es hora de que el partido revise su relación con una comunidad que, como cualquier otra, exige soluciones reales a los problemas cotidianos: un empleo digno, un sistema de salud accesible y una economía que no socave sus ingresos. La luna de miel, efectivamente, ha terminado.