A primera vista, esta alianza con Donald Trump podría representar para Javier Milei una reafirmación de su estilo político. La admiración entre ambos mandatarios, unida a sus ideologías disruptivas y populistas, ha derivado en una cercanía evidente y celebrada en múltiples encuentros de alto perfil, como el reciente evento del America First Policy Institute. Pero, ¿qué beneficios y riesgos reales tiene para Argentina este alineamiento absoluto con la política de Trump?
El respaldo de Trump se ha interpretado como un aval a la postura de Milei, y su victoria es vista como una especie de validación de las políticas libertarias y pro-mercado del mandatario argentino.
Sin embargo, la pregunta sigue en pie: ¿tendrá Argentina una ganancia tangible de esta alianza, o simplemente se está arriesgando a perder autonomía y a recibir las migajas de una relación que, como advierten algunos analistas, es «asimétrica» y de «baja recompensa»?
Desde el ángulo diplomático, Milei apuesta por diferenciarse en el ámbito internacional al romper con posturas tradicionales. Ejemplo de esto fue el retiro de Argentina de la cumbre COP 29 y su indiferencia hacia ciertos organismos multilaterales. Su intención parece clara: proyectarse como un líder único en la región y alineado con las figuras conservadoras más duras. Sin embargo, este posicionamiento unidimensional podría aislar a Argentina en la escena global y traer consecuencias en términos de alianzas y cooperación multilateral, limitando su capacidad de influencia y negociación.
Por otra parte, los beneficios económicos que Milei y su equipo imaginan de esta cercanía con Trump no son tan claros ni garantizados. El modelo de austeridad radical que propone Milei no es algo que Trump haya demostrado estar dispuesto a replicar en Estados Unidos.
Trump, quien en su primer mandato impulsó políticas proteccionistas, defiende una visión nacionalista y de autosuficiencia económica que choca con la desregulación absoluta de Milei. Las diferencias en políticas comerciales entre ambos podrían poner en riesgo las exportaciones argentinas hacia Estados Unidos, si Trump decide imponer aranceles elevados como parte de su batalla comercial.
En el aspecto financiero, Milei espera que el apoyo de Trump pueda beneficiar a Argentina en temas de deuda externa y relaciones con el FMI.
Si bien Trump facilitó en el pasado un préstamo a Argentina bajo el gobierno de Mauricio Macri, la situación actual del FMI y las prioridades de Trump hacen difícil asegurar que se repita una intervención similar. Esto plantea interrogantes sobre si la devoción hacia Trump generará algún retorno financiero significativo o si solo llevará a expectativas frustradas.
La mirada a largo plazo de la política exterior demanda una visión pragmática, algo que en este caso parece estar ausente. La «amistad» entre Milei y Trump podría ser vista como una alianza coyuntural, pero para Argentina puede significar hipotecar la independencia de su política exterior en favor de una ideología compartida. Por tanto, ¿a qué costo está dispuesto Milei a comprar la aprobación de Trump?
Si bien la alianza con Trump reafirma a Milei en su estilo confrontativo y disruptivo, es probable que, para la mayoría de los argentinos, los beneficios esperados de esta cercanía queden en el papel. La dependencia ciega hacia un líder extranjero, por mucho que compartan ideologías, parece ser una apuesta arriesgada, con un margen de ganancia limitado y un alto riesgo de pérdidas para la soberanía y los intereses nacionales.