Flujos de capital marcan diferencias económicas regionales

México y Brasil lideran el aumento de la inversión extranjera en América Latina

México y Brasil concentran el mayor crecimiento de inversión extranjera directa, impulsando oportunidades y desafíos económicos en América Latina

México y Brasil lideran el aumento de la inversión extranjera en América Latina
Rio de Janeiro Agencias

Hoy, 5 de agosto de 2025, la inversión extranjera directa (IED) vuelve a centrar la atención sobre América Latina. Tras años de volatilidad y tensiones globales, las cifras más recientes muestran que la región ha recuperado el interés de los inversores internacionales, aunque este repunte no es uniforme ni está exento de retos estructurales. Los datos actualizados revelan que México y Brasil han sido los principales destinos del capital extranjero en 2024, mientras otros países luchan por mantenerse competitivos. Analizar qué dice este auge sobre sus economías permite entender tanto las oportunidades como las debilidades que configuran el escenario latinoamericano.

Un crecimiento desigual: el peso de México y Brasil

  • La IED en América Latina alcanzó los 188.962 millones de dólares en 2024, lo que supone un aumento del 7,1% respecto al año anterior.
  • Este crecimiento ha sido impulsado principalmente por las dos mayores economías regionales:
    • Brasil recibió unos 71.070 millones de dólares, un 14% más que en 2023.
    • México captó 45.337 millones, con un salto del 48% frente al año anterior.
  • Entre ambos países suman más del 60% del total regional de flujos de inversión extranjera.

Esta concentración evidencia una brecha creciente entre las economías más grandes y el resto de la región. Países como Colombia, Chile y Argentina —históricamente receptores importantes— vieron disminuir sus entradas de IED en 2024. El informe anual de la CEPAL subraya que esta tendencia tiene consecuencias directas sobre el dinamismo económico y la capacidad de desarrollo productivo.

¿Qué explica el auge en México y Brasil?

El contexto internacional ha jugado a favor de ambos países:

  • México se ha beneficiado del fenómeno conocido como nearshoring, gracias a su proximidad con Estados Unidos y los cambios en la cadena global de suministros. El sector manufacturero, automotriz y logístico ha atraído grandes proyectos e incrementado la reinversión de empresas ya instaladas.
  • Brasil, por su parte, sigue siendo atractivo para inversiones en sectores como energía renovable, minería (litio, cobre) y agricultura a gran escala. La demanda mundial por minerales críticos para la transición energética refuerza su papel estratégico.

Ambas economías han sabido capitalizar sus ventajas comparativas:

  • Mano de obra cualificada y relativamente asequible.
  • Infraestructura desarrollada respecto al promedio latinoamericano.
  • Marcos regulatorios más previsibles para inversores internacionales.

Sin embargo, el impulso no está exento de riesgos: la alta dependencia del ciclo económico global y la vulnerabilidad ante cambios en políticas comerciales estadounidenses —como los aranceles— pueden afectar la sostenibilidad del crecimiento a mediano plazo.

Radiografía regional: sectores ganadores y perdedores

El análisis sectorial revela patrones claros:

  • Minería y energías renovables son polos clave para la IED. En el periodo reciente se anunciaron más de mil proyectos ligados a minerales críticos (cobre, litio), concentrados en Chile, Perú, Brasil y Argentina; estos cuatro países sumaron el 84% del valor invertido en minería.
  • Manufactura avanzada se consolida en México.
  • Otros sectores como servicios financieros o turismo muestran menor dinamismo o incluso caídas puntuales.

Países como Colombia y Chile han perdido atractivo relativo debido a factores internos (inestabilidad política, reformas regulatorias) y externos (caída del precio internacional de materias primas).

¿Qué dice este patrón sobre las economías latinoamericanas?

El aumento selectivo de inversión extranjera directa desvela varias realidades:

  1. Dependencia estructural: Las economías líderes mantienen su atractivo gracias a factores exógenos —demanda internacional o reconfiguración geopolítica— más que por reformas internas profundas o mejoras sistémicas.
  2. Baja diversificación: La IED sigue muy concentrada en sectores tradicionales (minería, manufactura básica), lo que limita la capacidad para generar cadenas productivas sofisticadas o innovación local.
  3. Débil integración regional: El hecho de que casi dos tercios del capital se concentre en solo dos países refleja las dificultades para construir un mercado común robusto o aprovechar sinergias intrarregionales.

Según la CEPAL, si bien estos flujos pueden ser una herramienta estratégica para el desarrollo productivo e inclusivo, lograrlo exige políticas activas que prioricen sectores con potencial tecnológico e impacto social sostenible.

Factores globales: ¿sostenibilidad o espejismo?

El contexto internacional marca profundamente las perspectivas futuras:

  • El endurecimiento comercial estadounidense —especialmente bajo políticas proteccionistas— puede modificar los flujos hacia México o redirigir inversiones a otras regiones emergentes.
  • La transición energética mundial mantiene alta la demanda por minerales estratégicos; sin embargo, precios volátiles o cambios tecnológicos bruscos pueden alterar el atractivo latinoamericano.
  • La reinversión domina sobre nuevas inversiones: muchas empresas extranjeras amplían operaciones existentes más que apostar por nuevos proyectos. Esto indica confianza relativa pero también cautela ante los riesgos geopolíticos.

Mirando hacia adelante

Las proyecciones sugieren que México y Brasil seguirán dominando el panorama inversor en América Latina durante los próximos años, aunque con volatilidad asociada al contexto internacional. Para países rezagados como Argentina o Colombia, revertir la tendencia exigirá reformas internas orientadas a mejorar estabilidad institucional y competitividad.

La región enfrenta así un reto doble: consolidar los logros donde existen condiciones favorables e impulsar transformaciones donde el atractivo inversor se ha erosionado. El futuro dependerá tanto del entorno global como de decisiones locales —y ahí está el verdadero desafío para América Latina ante una nueva ola de inversión extranjera directa.

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