La reciente intervención policial en los complejos de Alemão y Penha ha dejado una huella difícil de borrar en la historia brasileña.
Más de 100 muertos, vehículos incendiados y drones armados surcando las favelas evidencian que el enfrentamiento con el Comando Vermelho ya no se libra únicamente con armas de fuego y tácticas policiales tradicionales.
Este operativo, que se ha convertido en el más letal jamás registrado en Río, pone sobre la mesa no solo el poderío bélico de la organización criminal, sino también sus prácticas de tortura, su exhibición de lujo y unas inquietantes conexiones con ciertos sectores policiales.
Un operativo sin precedentes
El despliegue incluyó a aproximadamente 2.500 agentes respaldados por helicópteros, vehículos blindados y tecnología avanzada de vigilancia. El saldo fue trágico: las autoridades reportaron al menos 117 muertes —la mayoría con antecedentes por homicidio, tráfico y robo— y más de 80 arrestos durante el primer día. Entre los fallecidos se encontraban nueve líderes del narcotráfico, muchos provenientes de otros estados, lo que subraya el carácter nacional del Comando Vermelho.
Los complejos de Alemão y Penha se han erigido como el centro neurálgico del liderazgo criminal, un lugar donde se refugian y coordinan operaciones a nivel nacional. Las calles se transformaron en un verdadero campo de batalla: explosiones, ráfagas de fusil y cuerpos recuperados en zonas boscosas. La respuesta de los delincuentes incluyó el uso de drones para lanzar explosivos contra las fuerzas policiales, una clara señal del giro tecnológico que ha tomado este conflicto.
Torturas y ostentación: la cara oculta del Comando Vermelho
Las indagaciones realizadas por la Fiscalía han puesto al descubierto que la violencia en las favelas bajo control del Comando Vermelho va mucho más allá del choque con las fuerzas del orden. Testimonios y evidencias apuntan a la existencia de cámaras de tortura empleadas para castigar tanto a rivales como a miembros desleales a la organización. El terror se utiliza como un método habitual para mantener el control interno, garantizando disciplina y silencio.
A su vez, la ostentación forma parte integral del relato criminal. Los líderes del grupo se mueven en coches lujosos, lucen relojes caros y celebran fiestas en mansiones, desafiando así la precariedad que vive gran parte de los habitantes de las favelas. Esta ostentación desenfrenada, frecuentemente documentada en redes sociales, genera tanto admiración como resentimiento entre los vecinos.
Vínculos con la policía y corrupción sistémica
Uno de los aspectos más alarmantes que surgen de esta investigación es la relación entre el Comando Vermelho y ciertos miembros corruptos de las fuerzas policiales. Existen indicios sólidos que sugieren que algunos agentes han proporcionado información valiosa a la organización criminal, facilitando así escapatorias para sus líderes y asegurando protección para cargamentos ilegales. Este entramado corrupto complica enormemente la lucha contra el crimen organizado e incrementa los riesgos para aquellos policías honestos.
Además, esta operación ha revelado tensiones entre distintos niveles gubernamentales. El gobernador de Río, Cláudio Castro, ha solicitado más apoyo al gobierno federal; mientras tanto, desde el Ministerio de Justicia defienden las acciones llevadas a cabo por la policía estatal negando haber recibido solicitudes formales previas para utilizar vehículos blindados. La falta de coordinación entre instancias gubernamentales agudiza aún más la sensación de inseguridad e impotencia entre los ciudadanos.
Armas de guerra y drones: el nuevo rostro del crimen organizado
La confiscación de más de 90 fusiles —algunos procedentes del extranjero e incluso pertenecientes a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana de Venezuela— revela la dimensión internacional del tráfico de armas. El Comando Vermelho ha conseguido acceder a un arsenal bélico que incluye fusiles automáticos y munición pesada, superando así las capacidades operativas de muchos cuerpos policiales.
El uso durante este operativo de drones armados representa una escalada preocupante. Estos dispositivos, tradicionalmente reservados para ejércitos o grupos terroristas, ahora son herramientas comunes dentro del crimen organizado brasileño. Facilitan vigilancia sobre movimientos policiacos, permiten lanzar explosivos e incluso coordinar ataques sin exponerse directamente al fuego enemigo.
El caso «Doca»: la sombra de la impunidad
En medio del operativo, uno de los objetivos prioritarios era «Doca», considerado el número dos del Comando Vermelho y encargado de gestionar logística y expansión territorial dentro de la organización. A pesar del amplio despliegue policial y la presión mediática generada alrededor suyo, «Doca» logró evadir el cerco establecido por las autoridades y continúa prófugo. Su fuga es vista por analistas como una prueba más sobre cómo logra infiltrarse e acceder a información privilegiada desde lo alto del liderazgo criminal.
Impacto social y respuesta institucional
Este megaoperativo ha dejado una profunda marca en la sociedad carioca. Por un lado, muchos residentes en las favelas han denunciado abusos policiales, ejecuciones extrajudiciales e insuficiencia en inteligencia previa al operativo. El Ministerio de Derechos Humanos ha prometido llevar a cabo una investigación independiente subrayando además que es necesario atacar las raíces financieras del crimen en lugar limitarse a acciones armadas.
Por otro lado, según encuestas recientes, gran parte del público brasileño respalda decididamente las actuaciones policiales exigiendo medidas más contundentes contra el narcotráfico y otras formas organizadas de criminalidad. Este respaldo masivo refleja un creciente hartazgo ante violencia cotidiana; no obstante también plantea interrogantes sobre cómo se respetarán los derechos humanos y cuál será el futuro del Estado derecho en Brasil.
La guerra urbana se transforma
El caso del Comando Vermelho junto al megaoperativo realizado en Río sintetizan cómo ha evolucionado el crimen organizado en Brasil: más violento, sofisticado e interconectado tanto a nivel nacional como internacional. Las armas bélicas avanzadas, los drones y una corrupción institucional generalizada han transformado este conflicto en una batalla asimétrica donde cada vez resulta más difusa la frontera entre ley y delito.
Mientras justicia social exige respuestas estructurales junto con transparencia total respecto al tema; Río sigue viviendo bajo un manto denso donde reinan violencia e incertidumbre. La lucha contra el Comando Vermelho no solo está lejos de concluir; está entrando ahora en una fase aún más inquietante.
