Manuel Rivas vs Vidal-Quadras

Manuel Rivas vs Vidal-Quadras

Todo empezó por un artículo de Manuel Rivas en la última página de El País de este sábado titulado «El vudú» en la que el escritor arrancaba el texto así:

He oído decir unas cuantas veces, y a gente inteligente, que Aleix Vidal-Quadras es «muy inteligente». Un fenómeno. Un superdotado. Un cráneo privilegiado que era el elogio máximo en el género chico. No lo dudo. A mí me ha puesto los pelos de punta. Es de una inteligencia que acojona, dispensando: «El hombre que ha alcanzado la excelencia con sus puños» (Píndaro).

Rivas continuaba refiriéndose a Vidal-Quadras en todo el artículo.

La respuesta del político no se hizo esperar y adoptó la forma de una Carta al Director en El País, publicada dos días después bajo el título «Vidal-Quadras puntualiza«:

En su columna de la última página de la edición de 24 de septiembre del diario que tan eficazmente conduces, Manuel Rivas tiene la amabilidad de referirse a mí citando comentarios elogiosos que ha oído a terceros sobre mi persona.

Siento no poder corresponder a esta deferencia, que agradezco, porque nadie que yo conozca me ha hablado jamás de él. En cuanto al contenido de su pieza, me permito aconsejarle que lea los doscientos dieciocho artículos del proyecto de nuevo Estatuto de Autonomía de Cataluña para que así pueda formarse un juicio directo de eso que denomina curiosamente «alegoría».

Si lo hace, comprobará que la supeditación del nivel de servicios públicos existentes en una Comunidad a su esfuerzo fiscal, lo que acaba con el principio de solidaridad; la destrucción de la unidad de la Administración de Justicia, lo que amenaza gravemente la independencia de los tribunales; la imposición de criterios lingüísticos restrictivos al desempeño de su función en Cataluña a miembros de cuerpos estatales, lo que introduce una vulneración grave de derechos fundamentales reconocidos en la Constitución e impide la libre circulación de servidores públicos en el territorio español; el condicionamiento de la competencia exclusiva del Gobierno y las Cortes para establecer tratados internacionales a la voluntad de la Generalitat, lo que liquida la soberanía nacional, y la autoproclamación de Cataluña como nación basada en rasgos particulares, reduccionistas y contingentes como la lengua, la cultura y la historia, en el seno de una Nación constitucionalmente única e indivisible fundamentada en valores universales, integradores y trascendentes, como la libertad, la igualdad, la solidaridad y el pluralismo, lo que destruye el sustrato ético de nuestra convivencia, distan mucho de ser elementos alegóricos, sino que representan un ataque frontal, tangible y corrosivo al espíritu y la letra del gran pacto civil de la transición.

Una nación de naciones es un absurdo político, lógico y semántico. ¿Ha visto nunca Manuel Rivas una bicicleta de bicicletas, una silla de sillas o una luna de lunas? El concepto de Nación española definido en nuestra Constitución de 1978 es política y moralmente incompatible con el concepto de nación consagrado en el artículo primero del proyecto nacionalista.

La aplicación estricta del pensamiento ilustrado y liberal a este asunto no se puede llamar vudú sin una evidente mala fe, sobre todo porque si hay una forma palpable de aproximación mágica a la realidad es la de los nacionalismos identitarios, que viven de ensoñaciones, mitos y leyendas. Por otra parte, meter entre paréntesis cuadrados a un millar de víctimas inocentes de la barbarie asesina requiere una capacidad tipográfica que las personas decentes no suelen poseer.

Recibe un saludo muy cordial.

Manuel Rivas le ha contestado mediante otra Carta al Director, «Vidal-Quadras y los ‘paréntesis-cuadrados’»:

A propósito del vudú, me alivia saber que Vidal-Quadras jamás haya oído hablar de mí. Yo, sin embargo, estoy cada vez más preocupado por su sentido de la vista. Y no es por nada personal; es que se da la coincidencia de que Vidal-Quadras es vicepresidente del Parlamento Europeo.

Tal actividad no me parece muy llevadera con la metafórica colocación de alfileres para satanizar a los gobernantes democráticos de Cataluña y la compulsiva fabricación de nudos que otros tendrán que desatar. Tampoco me parece compatible con la fabricación de tergiversaciones. ¿De dónde saca Vidal-Quadras ese disparate de «meter entre paréntesis cuadrados a un millar de víctimas inocentes»?

En mi columna citada del sábado día 24 se hablaba de una técnica, diseñada por un verdadero liberal, para avanzar en los diálogos políticos. Le ruego que no compita conmigo en intensidad de dolor por las víctimas. La cualidad de decencia, como la de liberal, se demuestra en la práctica.

Lamento haberlo encontrado en tan baja forma de humor como para utilizar semejante argumento. España es una nación de naciones, señor Vidal-Quadras, se lo dice un internacionalista. Si no se fía de mí, pregúnteselo a Cervantes. La propia Constitución, si se quiere, con el reconocimiento de nacionalidades y regiones, alberga esa diversidad. Y lástima que nunca se haya subido a una bicicleta de bicicletas, aunque en el mapa podrá encontrar algún famoso Estado de estados. A partir de Bauhaus, puedo imaginarme una silla de sillas, pero usted podrá confirmarme si existe la poltrona de poltronas.

En todo caso, como escribió el señor de Montaigne, «en el más alto de los tronos del mundo seguimos sentados sobre nuestro propio trasero».

¿Quién va ganando este duelo epistolar librado en las páginas de Opinión de El País supuestamente destinadas a los lectores?

La selección de las mejores marcas de termómetros

TERMÓMETROS CLÍNICOS

Aquí encontrarás la oferta actualizada de estos dispositivos de salud

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído