Intentar saber si el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, viajaba o no a Melilla, Ceuta o Atenas resultó un juego de ping pong durante varios días para los periodistas que, además de informar, tenían que organizar una logística muy complicada para realizar la cobertura de estos viajes presidenciales.
Era lógico que en las previsiones semanales sobre los actos del presidente, que facilitó la portavoz del Gobierno el viernes 20 de enero, no se dijera nada pero, como suele ser habitual, ya había corrido la voz de la posibilidad de ir a Ceuta y Melilla. Un golpe de efecto de los que le gustan a Zapatero para capear el temporal cuando las olas parece que le van a engullir.
En este caso la tormenta por la reforma del estatuto catalán. Después de Adolfo Suárez, Zapatero será el primer presidente en ejercicio que visite las plazas españolas sin estar en campaña electoral y, suponemos, que su amigo el rey Mohamed VI le echará una mano y no pondrá demasiado el grito en el cielo.
Este viaje creó tal expectativa que núbló la presencia del presidente en Atenas en un acto de la Internacional Socialista. ¿Va el presidente a Atenas? Eso es un acto de partido, pregunta en Ferraz, decían en Moncloa.
Y en Ferraz contestaban que era en Moncloa donde se confirmaban los movimientos del presidente. Y dentro de Moncloa, había que recorrer la Dirección General de Información Interior y la Exterior.
Que por cierto andaba de cambios, Gabriela Cañas por Javier Valenzuela. Seguro que ganamos los periodistas porque Valenzuela ha sido un caso excepcional del poder trastornando a un buen profesional.
En fin, que de un lado a otro y sin aclararse hasta el último día cuando todos los periodistas han tenido que hacer maravillas con aviones, helicópteros y demás medios para poder estar con Zapatero en Melilla y en Ceuta.
A Atenas, ¿qué más da? Si con todo lo que estaba cayendo, en lugar de convocar una conferencia de prensa para todos, se fue a la Cuatro con Iñaki. Así es la politica y la información en España.