Los periodistas tendremos que analizar con tranquilidad si es aceptable que los políticos nos utilicen cómo y cuándo quieran. Es verdad que es una práctica habitual porque el devenir de los acontecimientos ha derivado en unas relaciones demasiado estrechas entre unos cuantos periodistas y unos cuantos políticos. Pero de lo que se trata ahora es de cuestionar la imposición de declaraciones institucionales cuando a los políticos les interesa. Ejemplo: Zapatero en Melilla y Ceuta. El viaje oficial de Rodríguez Zapatero a las dos ciudades españolas es importante, significativo y relevante pero tiene un problema grave: la protesta de Marruecos. Sin duda, que el rey Mohamed VI entiende este golpe de efecto del presidente español para recuperar credibilidad y apoyo electoral en la opinión pública tras la tormenta de la reforma del estatuto catalán. Y si encima su visita resultó como la llegada de Papa Noel repartiendo inversiones y hospitales, pues asunto redondo. Eso sí, había que evitar las preguntas molestas de los periodistas que podrían inducir a algún error u obligar a una afirmación de españolidad de Melilla y Ceuta que emborronara lo que se había comentado con el monarca marroquí. Sólo hubo dos declaraciones institucionales de Rodríguez Zapatero y los periodistas a tragar. Habría que estudiar si los medios de comunicación estamos para hacerle el juego al Gobierno, sobre todo si toma las decisiones unilateralmente y, además, comparece antes en televisiones amigas que en una conferencia de prensa abierta a todos.