Israel Cuchillo (Periodista Digital).- Esta vez no ha habido duda alguna a la hora de publicar imágenes desagradables de vejaciones y torturas: todas las televisiones y todos los periódicos recojen en su edicición del jueves las fotografías de las torturas en Abu Ghraib, difundidas por la australiana SBS. ¿Por qué en esta ocasión se emite imágenes tan explícitas y en otras nos ahorran el trago? ¿Si hubieran sido presos más cercanos a nosotros nos las hubieran servido de igual forma?
Las cuatro cabeceras de tirada nacional llevan a portada este último episodio de las torturas, y abren sus ediciones de internacional con esta información acompañada de algunas de las fotografías destapadas por la televisión SBS.
Para Sebastián Serrano, defensor del lector de El País, el trato informativo dado a los presos en los medios españoles es correcto, ya que
«no es posible identificar a ninguno de ellos. En estos casos la clave es no aumentar el dolor de las víctimas, que es lo que ocurre cuando a éstas se les puede reconocer».
Y, a pesar de que las imágenes pueden herir algunas sensibilidades y son explícitas y desagradables, no traspasan ese mal trazado límite del «buen gusto» que se aplica, por ejemplo, en casos de cuerpos destrozados por accidentes o atentados. En esta ocasión, «aparecen desnudos, pero los cuerpos no son deformes».
Pero lo que más justifica la publicación de estas imágenes es su
«valor informativo. El hecho de que los presos aparezcan desnudos forman parte de la propia tortura y por tanto son también un elemento que añade información».
En el caso de que los presos torturados hubieran sido españoles, Serrano no duda en afirmar que
«razón de más para haberlo publicado, aunque extremando el cuidado de que no se pudieran identificar».
El último episodio de las torturas en la cárcel de Abu Ghraib llega en plena crisis internacional por las viñetas de Mahoma, lo que quizá sirva para azuzar unos ánimos demasiado encrespados más que para denunciar los abusos cometidos por algunos soldados británicos.
