Suspenden por un mes al alcalde de Londres por llamar nazi a un periodista judío

(PD/Agencias).- Dicen los admiradores de Ken Livingstone que tiene la cualidad de llamar a las cosas por su nombre, pero esta vez el tiro le ha salido por la culata. El colorista alcalde londinense, apodado el rojo Ken por su militancia de izquierdas, ha sido suspendido de sus funciones por un periodo de cuatro meses por negarse a pedir disculpas a un periodista judío del diario británico The Evening Standard, al que equiparó con los nazis nazi al decirle que era como el guardián de un campo de concentración.

En momentos de menos sensibilidad política y cultural podría haber salido mejor parado, pero desde los medios se exigió que se le diera una lección. Y así ha sido, aunque se trata en el fondo de unas vacaciones pagadas porque va a seguir cobrando su sueldo de unos quince mil euros al mes.

Livingstone ha desafiado a lo largo de los años a la reina, a Thatcher, a Blair y a Bush, se ha enfrentado con los defensores de los animales por expulsar a las palomas de Trafalgar Square y ha provocado a los comerciantes y residentes del norte de Londres al imponer un peaje para circular por el centro de la capital.

Y aunque muchas veces salió chamuscado, nunca le quedó la cara tan negra – o tan roja- como ahora.

El singular político laborista, cuya arrogancia y egocentrismo no tienen parangón, se negó a pedir perdón por los comentarios ofensivos a un periodista judío, de un medio (el Evening Standard) con el que mantiene pésimas relaciones, en un momento delicado para las relaciones intercomunitarias después de las bombas de julio y la violencia física y verbal desatada por las caricaturas de Mahoma.

El panel concluyó que, con su comportamiento, el alcalde ha roto el código de conducta de la autoridad del Gran Londres y ha dañado la reputación de su cargo.

Los hechos se remontan un año atrás -febrero de 2005-, cuando el alcalde asistía a una recepción gay ofrecida por el diputado laborista Chris Smith para conmemorar el 20 aniversario de su salida del armario.

El alcalde, que llevaba alguna copa encima, fue abordado por el periodista Oliver Finegold, con el que mantuvo este diálogo:

Finegold. Señor Livingstone, soy del Evening Standard. ¿Cómo va la noche?

Livingstone. Qué horror para usted. ¿Ha intentado algún tratamiento?

Finegold. ¿Ha sido una buena fiesta? ¿Qué supone para usted?

Livingstone. ¿Qué hacía usted antes? ¿Era un criminal de guerra alemán?

Finegold. No, soy judío, no era un criminal de guerra alemán y en realidad eso me ofende bastante. Bueno, qué, ¿cómo ha ido la noche?

Livingstone. Ah, vale. Bueno, quizás lo sea, pero en realidad usted es como el guardián de un campo de concentración. Hace esto porque le pagan, ¿no es así?

Finegold. Estupendo, tengo grabado lo que acaba de decir. Qué, ¿cómo ha ido la noche?

Livingstone. Eso a usted no le incumbe porque su diario es un montón de bolsas de basura y fanáticos reaccionarios.

Finegold. Soy un periodista y hago mi trabajo. Sólo le he pedido un comentario.

Livingstone. Bueno, pues trabaje en un periódico que no tenga un historial de apoyo al fascismo.

En las semanas que siguieron a este diálogo, revelado por The Guardian, Livingstone se negó a disculparse pese a las peticiones de varios altos cargos laboristas, incluido el primer ministro, Tony Blair.

El alcalde se reafirmó en que no eran comentarios antisemitas, sino contrarios al diario. Mientras, el rotativo reveló que el alcalde había cobrado 50.000 euros por 20 meses de colaboraciones con ellos, y el alcalde aireó que hace 13 años varios directivos del Standard se habían vestido de nazis en una fiesta de disfraces.

El Panel de Adjudicación – un tribunal independiente que juzga la conducta de los miembros del Ayuntamiento, la Policía Metropolitana y los bomberos- ha optado por darle un coscorrón.

Las cosas podían haber sido aún peor para Livingstone, incluida la suspensión como alcalde hasta cinco años. Por el momento dice que va a apelar al Tribunal Supremo si hace falta, aunque tal vez se lo piense dos veces cuando descubra que si pierde tendría que pagar más de cien mil euros en costas judiciales.

Mientras que si se queda en casa tendrá tiempo para empezar a preparar los Juegos Olímpicos del 2012 en Londres, uno de sus grandes éxitos, y cuidar de un hijo que podría ser su nieto (fue padre por primera vez a los 57 años).

A lo largo de una carrera política con más altos y bajos que una montaña rusa, Livingstone ha ganado y perdido elecciones, denunciando a Bush como «el presidente norteamericano más corrupto desde los años veinte», ha hecho profesión de fe antimonárquica, defendido al IRA, desafiado a Thatcher, a Blair y al conservador Daily Mail,abogado por el reconocimiento de los derechos de los gays y la igualdad de empleo para las mujeres.

Nunca ajeno a la controversia, en esta ocasión ha salido trasquilado.

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