Las «plumas»de la serpiente

Las "plumas"de la serpiente

Felipe Valdés (Periodista Digital).- Son las plumas de la serpiente. Los otros periodistas. No los que tienen que mirar cada mañana debajo del automóvil, dudan un instante cada vez que abren una carta o han dejado el País Vasco, porque los terroristas han puesto su nombre en la lista negra. Ellos están mucho más cerca de los de las pistolas de sus víctimas. Algunos, como Pepe Rei, ya han dejado sus posaderas en los banquillos de la Justicia o han pasado por la cárcel. Otros siguen trabajando estrechamente con la banda o con su entorno y sus la pluma o el teclado para justificar sus fines o ayudar a sus acciones.

Desde hace muchos años, los terroristas de ETA han fijado en su punto de mira a los medios de comunicación. Creen en las virtudes terapéuticas del miedo, conocen los recovecos de la propaganda, saben como funciona la información y tienen mecanismos para infundir pavor en los periodistas. En ellos y en sus familias.

A Gorka Landáburu, que jamás se ha doblegado, le reventaron las manos con una carta-bomba destianda a matarlo. A José Luis López de Lacalle, columnista ocasional y miembro del Foro de Ermua, lo abatieron a tiros en el portal de su casa una lluviosa mañana de 2000. A Santiago Oleada, director financiero de El Diario Vasco, lo mataron en 2001.

Son legión –José María Calleja, Carmen Gurruchaga, Rafael Miner, José Antonio Zarazalejos, Román Cendoya…- los que han tenido que dejar su tierra, se ven obligados a llevar protección o saben que no pueden confiarse nunca.

La otra cara de la moneda son los periodistas del entorno etarra. Los que se consideran patriotas vascos, levantan el puño en los funerales, sacan pecho en la Audiencia y de vez en cuando escriben una nota venenosa en los medios del entorno o, como Pepe Rei marcan un objetivo.

Fue precisamente él, Pepe Rei, quien aparecía entre los que intentaron acabar con la vida de Luis de Olmo. Fue Rei, quien camuflado bajo su condición de reportero, viajó a Logroño para desvelar quien era en realidad la chica del comando Bilbao que había huido en la redada, y consiguió sacar a sus despistados e ingenuos padres que ella era agente de la Guardia Civil.

No todos tiene ese nivel o ese grado de implicación y compromiso. La mayoría, de los que hablamos aquí, están estan relacionados estrechamente con el entorno abertzale, se mueven como peces en el agua turbia de la ilegalizada Batasuna, arropan al Partido Comunista de las Tierras Vascas, van a la redacción tan campantes y ejercer de plumillas, como si tal cosa. Ellos no viven bajo la amenaza de las pistolas, ni aparecen en diana alguna. Ellos no alimentan más miedo que el que genera actuar al borde de esa raya que separa lo legal de lo ilegal.

“¡LAS VAIS A PASAR MORADAS!”

Esta advertencia se podía leer en la pancarta que el pasado 10 de febrero portaron medio centenar de jóvenes que se movilizaron, primero ante el edificio donde está la COPE, y luego ante la sede de El Mundo en Bilbao.

Pertenecían a la ilegalizada Segi y, entre gritos, acusaron a sus redactores de “criminalizadotes” y “fascistas”.

No es la primera vez que El Mundo sufre este tipo de amenazas. Tampoco es el único medio que pasa por estos trances. La ETA tiene vetado a varios medios “non gratos”, a los que ni siquiera permite asistir a las ruedas de prensa de los líderes de Batasuna. En la nómina de excluidos están ABC, La Razón, Epoca y bastantes otros.

Para caer en esa lista, basta decir algo que disgusta a los abertzales o que el nombre -del medio o del periodista- aparezca en Gara, marcado como indeseable.

Aunque parezca extraño, hay un rincón de la Unión Europea donde los periodistas no pueden ejercer libremente su profesión. Y no está en el lejano Báltico o en una de las naciones recientemente incoproradas, sino en el norte de España.

la frase suena fuerte, pero refleja exactamente la realidad. Porque Batasuna puede decidir quien asiste a sus ruedas de prensa oa sus mitines, quien hace fotografías y quien reportea. Y lo impone por la buenas o por las malas.

Tras esos vetos y esas restricciones al ejercicio de la información está el nombre de Juan José Petrikorena, el jefe de prensa de la ilegalizada Batasuna. Un “comisario político”, en palabras de alguno de los periodistas especializados en el País Vasco.

A veces, la prohibición es directa: «Tu no entras».

Otras, el mecanismo es más sutil. raro es el periodista que ha trabajado en el País Vasco que no se estremezca un poco pensando en la simple posibilidad de que su nombre aparezca citado en los artículos que a diario se escriben en Gara bajo el pseudónimo de Maite Soroa. Un espacio en el que se comentan declaraciones y artículos de la prensa y en el que se pueden leer afirmaciones como las siguientes:

“Los lunes brilla con luz propia en la prensa de Madrid un personaje casi irrepetible. Hubo quien lo describió como la cabeza más brillante del periodismo español y quien no puede evitar recordar aquel infausto programa de televisión que le pusieron en bandeja en los tiempos aznaríes. Hablo, claro, de Carlos Dávila”.

Sobre el diario La Razón, al que califica de “ultranacionalista” hace acusaciones como las siguientes dirigidas a sus editorialistas:

“Los que se pasaron cuatro décadas reprimiendo con brutalidad a los niños euskaldunes por expresarse en su propia lengua nos cuentan ahora la historia al revés y proclaman que llevar de forma voluntaria una insignia mediante la que comunicar al resto de los ciudadanos que se puede hablar con una en euskara es «un gran retroceso y un ataque directo a las libertades del individuo». Es sarcástico que los del 18 de Julio hablen de libertades, ¿verdad? Y en el colmo del cinismo, el editorialista concluye:«Nunca una lengua, que representa el patrimonio cultural de un país, debe ser utilizada con fines políticos». ¿Se han fijado que, por no respetar el euskara, ni siquiera ponen bien el nombre del municipio en cuestión? Es ‘Getxo’ y no ‘Guecho’. Aunque a Arrue y sus camaradas les repatée”.

Precisamente José María Zuloaga, subdirector de La Razón, fue una vez comparado con un “boina verde» en uno de estos artículos, lo que le llevó al periodista a presentar una querella contra la ex directora de Gara. El incidente quedó archivado en la Audiencia Nacional pero, curiosamente, un mes después el rotativo abertzale decidió cambiar a su directora por el actual Josu Juaristi.

En una de sus últimas publicaciones internas, el Zutabe 109 del pasado mes de diciembre, ETA hacía referencia al “poder de los medios contra Euskal Herria”. En su paranoia dialéctica, la ETA hablaba de “periodistas policía” que cobran su salario del Ministerio del Interior y se jactaba de haber perpetrado, desde 1963, 10 atentados contra periodistas y 37 “acciones” contra medios de comunicación.

Es su forma de entender la libertad de prensa y de “demostrar que no se puede tomar parte en pisotear al País Vasco con impunidad”. Al tiempo que añadía que “los que hacen que el conflicto se alargue tendrán que sufrir las consecuencias del enfrentamiento».

El macrojuicio 18/98 ha sentado en los banquillos de la Audiencia Nacional a varios periodistas acusados de formar parte del entramado criminal de la banda: los responsables del clausurado diario Eguin, Javier María Salutregui, su director, y Teresa Toda, su directora adjunta. Nombres a los que se une el de otra histórica firma dentro del movimiento abertzale: Pepe Rei, quien fue del equipo de investigación del diario Eguin y, posteriormente, director de la revista Ardi Beltza.

LOS “PERIODISTAS POLICÍA”

Diecisiete páginas empleó la ETA en el Zutabe de diciembre para explicar a sus bases que los medios «son un instrumento de guerra» empleados para prolongar «la opresión que sufre Euskal Herria«. Les acusaba, entre otras funciones, de “dar legitimidad a la opresión de los Estados”, “negar Euskal Herria en todas sus áreas”, “actuar en contra de la lucha de liberación de Euskal Herria” y “amparar y justificar la represión de los Estados, haciendo una labor alentadora”:

«La mayoría de los medios de comunicación de España y Francia se han convertido, en los últimos años, en parte activa de la estrategia de los Estados en contra de Euskal Herria. Su principal función, es a través de la mentira, la manipulación y la intoxicación, difundir de manera continua el mensaje en contra de la lucha de liberación».

«En la década de los 90, los medios de comunicación españoles se implican intensamente en la guerra contra Euskal Herria. En muchas ocasiones, de la mano de responsables políticos, han actuado en primera línea […] En lo que se refiere a cuestiones de Euskal Herria, siempre con ciertas especificidades, continúa mandando la misma línea, ciertamente la que marca el Ministerio del Interior”.

«Los periodistas policías hacen una labor de vanguardia en las campañas que se diseñan desde el Ministerio del Interior. Su principal misión es difundir la idea para la perduración del conflicto de manera permanente. Incrementar la represión, evitar la salida negociada, marginar a la Izquierda Abertzale, negar los derechos de Euskal Herria y negar su propia existencia: estos son los mensajes que difunden permanentemente».

Se han cumplido ya mil días del último antentado mortal perpetrado por la banda terrorista ETA. Mientras su actividad mortal de la banda disminuye, su acoso y su extorsión se incrementa sobre los empresarios, intelectuales y los perioditas. Las conclusiones que se extraen del Zutabe de diciembre, que recogía además un listado de periodistas-objetivo, ha sido recibido con preocupación en las principales redacciones. El ruido de la libertad estorba a los pistoleros de la ETA.

TIENDAS

TODO DE TU TIENDA FAVORITA

Encuentra las mejores ofertas de tu tienda online favorita

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído