(Periodista Digital).- El alto al fuego declarado por ETA es la plasmación de una alianza política entre Zapatero y la banda terrorista, coherente con la estrategia de “todos contra el PP” y de aislamiento político de media España, que llevaría a unos a obtener la autodeterminación y al otro a la mayoría absoluta en las urnas.
Tal es la conclusión a la que llega el subdirector de la revista Época, Enrique de Diego, en un completo reportaje que se publica en el número de la publicación que llega este viernes a los quioscos y en el que se analiza pormenorizadamente el escenario político que surge del comunicado lanzado por la organización terrorista el pasado miércoles.
Una especie de segunda Transición, cuyo núcleo fundamental es la legalización de ETA, como la del PCE fue la clave de la primera. Aunque también ambas pueden considerarse dentro de un proceso con lógica interna de demolición del proyecto nacional.
Según se expone en el texto, para Zapatero la paz con ETA es el eje centrar de su legislatura y el logro que le permitiría afrontar unas nuevas elecciones generales con todas las garantías, aunque eso le lleva a correr grandes riesgos:
Zapatero ha convertido la negociación con ETA en la cuestión estrella de su legislatura; el activo del que espera obtener la mayoría absoluta, que borre el recuerdo de su peculiar y accidentado acceso al poder, tras la masacre de Atocha el 11 de marzo de 2004. A sus íntimos, en Moncloa, se ha presentado con frecuencia como el “pacificador”, el que obtendrá esa foto -tan anhelada por los inquilinos del complejo presidencial- del fin de la banda terrorista. Esta tregua, sin embargo, tiene más trampas que las dos anteriores. Exige elevados e irreversibles precios políticos.
La mejor forma de evitar estos riesgos ha sido mantener hasta ahora todo el proceso en la sombra, un secretismo que sólo ha podido romper la propia revista Época, que en números anteriores ya ha adelantado todos los detalles de lo que estaba siendo la negociación:
Rodríguez Zapatero ha impuesto un notable secretismo -sólo roto por ÉPOCA- al tramo final de las conversaciones, aceleradas desde el inicio del año. El Gobierno ha seguido manteniendo el doble discurso de la negociación: por un lado, “el principio del fin”, afirmación del presidente del Gobierno; y el de la firmeza y el Estado, por otro. Papel éste reservado sobre todo a José Antonio Alonso y Juan Fernando López Aguilar.
Sin embargo, como ha demostrado ÉPOCA con datos fehacientes en el serial de referencia, el Gobierno había decretado una tregua de hecho o tregua tácita desde el 12 de mayo de 2005, cuando el Congreso, en el marco del debate del estado de la nación, aprobó la moción a favor de la negociación, con la condición del “abandono definitivo” de las armas por parte de ETA.
