Susana Mendoza (Periodista Digital).-El gobierno de Bush tiene entre sus prioridades hacer de Iraq la democracia número uno en los países árabes, pero esto tendrá que ser con el mínimo presupuesto. Los fondos están agotándose y no se prevé que se vaya a destinar mucho más de lo que ya se ha hecho, pero si al presidente no le llega para hacer de Iraq un país parlamentario, quizá pueda dejarlo en media democracia.
El programa de seguridad que EEUU puso en marcha tras los atentados del 11-S se está comiendo una gran parte de los recursos destinados a Iraq, como publica The Washington Post. Según un especialista:
El compromiso de lo que el presidente de los Estados Unidos dirá todos y cada uno de los días de la semana es la prioridad número uno en Iraq, pero cuando esto se traslada a la acción, parece bastante insignificante.
The New York Times y The Washington Post abren con el estado de Massachussets intentando convertirse en el primero que tenga cobertura sanitaria universal. La Ley preverá esta cobertura obligatoria para todos, bajo pena de multa; los que no puedan permitírselo recibirán ayudas en forma de subsidios. El NYT y el WP son laudatorios con esta ley, pero el USA Today se pregunta cómo lo va a conseguir; un analista consultado por el USAT dice que según esta nueva legislación hará que la gente se haga pólizas de seguros más allá de sus posibilidades y que la inversión del gobierno para todos aquellos que no puedan financiarse un seguro será mucho más elevada de lo previsto.
Todos los periódicos hablan de la distorsión que se está haciendo en todos los programas de prevención del sida, al pedir en estos la abstinencia y la fidelidad; esto está causando gran confusión ya que la Oficina de Responsabilidad del Gobierno afirma que muchas personas están dejando de lado otros métodos de prevención.
El Los Angeles Times analiza el caso Moussaui, en el que la declaración de uno de los implicados en los ataques de las Torres Gemelas, Khaled Shaikh Mohammed, refleja que la trama estuvo a punto de fracasar debido al enorme ego de Osama Ben Laden; según Shaikh, Ben Laden no paraba de pregonar cómo llevaría a cabo los ataques y reclutaba a acólitos bastante inútiles, según declaró Shaikh Mohammed.
