La Reina da una lección en Arabia Saudí

Borja Ventura (Periodista Digital).- Varios periódicos saudíes llevaron este lunes a sus portadas la imagen de la Reina Sofía con un traje de chaqueta de llamativos tonos fucsia, algo pecaminoso en un país en el que para salir a la calle las mujeres están obligadas a cubrirse con un velo y una túnica negra. La Reina de España, a diferencia de la opción que tomaron las periodistas españolas para cubrir la visita, se ha negado a enfundarse el velo y ha ido alternando trajes de colores vivos. Ha llegado al extremo de enseñar los tobillos, algo que a los «piadosos» y millonarios príncipes les parece un abominable pecado.

La Reina Doña Sofía, buena conocedora de las costumbres del país que ya ha visitado en más ocasiones, decidió no obstante utilizar una vestimenta a lo occidental durante la visita que realizó por Arabia Saudí, a pesar de la arraigada tradición local según la cual las mujeres deben vestir siempre y sin excepción con tonalidades oscuras, con el rostro cubierto y las piernas totalmente ocultas hasta los pies: ni siquiera los tobillos pueden ser mostrados en público.

La resignación de los periodistas frente al valor de la Reina

Como se aprecia en la fotografía, la Reina era la única que se atrevió a `vestir a la última´ en un país en el que, hasta las féminas visitantes se adaptan a las costumbres, como hicieron las periodistas españolas enviadas a cubrir la visita de Doña Sofía, por aquello del respeto y una mala aplicación del «donde fueres haz lo que vieres«.

Como subraya ABC, un gesto puede ser más eficaz que mil palabras y la Reina Sofía ha hecho unos cuantos durante su visita a Arabia Saudí.

Aunque el primer día la Reina optó por una vestimenta de estilo más «conservador«: una falda hasta el tobillo de color azul marino, con chaqueta del mismo color jaspeada con cuadritos blancos, en la segunda jornada de la visita «rompió» con su falda, no sólo de un llamativo color fucsia, sino además por debajo de la rodilla, enseñando así los tobillos. Con este conjunto con el que visitó unas ruinas y un centro médico.

Ni túnica, ni velo, ni falda: pantalones

Más «atrevida» fue su vestimenta vespertina, cuando se enfundó unos pantalones de tonos burdeos para recorrer el museo nacional Centro Histórico Rey Abdulaziz.

Para la despedida, la Reina eligió un florido vestido en gasa de color pistacho, con el complemento de un foulard del mismo tono. Pero su último gesto, antes de subir al avión para emprender el regreso a España, fue aún más «heterodoxo«, con las cámaras de televisión de testigos irrefutables: Doña Sofía, perfecta conocedora de las costumbres de este país islamista, en el que los hombres se saludan con besos y a las mujeres se les da la mano, hizo amago de besar al Príncipe Salma, gobernador de Riad, quien reaccionó instintivamente echando la cabeza hacia atrás para evitar el contacto y recriminó a la Reina, entre risas compartidas, por su actitud «provocadora«.

La doble moral de una pretendida modernización

Y es que Arabia Saudí, a pesar de que muchos lo vean como el país más occidentalizado del Islam, no es más que un país que pretendió modernizarse y quedó en el camino. Se trata de una monarquía que todavía se mantiene como un sistema feudal en el que la dinastía de los Al-Saud gobierna con mano de hierro.

No existen partidos políticos, ni tampoco elecciones, excepto las primeras elecciones municipales realizadas en 2005. El Rey es el absoluto monarca, pero su poder, al menos teóricamente, esta limitado por los preceptos de la ley islámica y otras tradiciones sauditas. Algunos expertos han definido la situación del país como «el uso fraudulento del Islam por la familia reinante y la crisis económica alimentan el malestar social en el país«, incluso en círculos islámicos.

Los tribunales sauditas imponen penas corporales como puede ser la amputación de las manos o los pies en caso de robo o el azote por `delitos menores´ tales como la homosexualidad o borracheras. El número de latigazos lo establece la corte y puede ser de varias docenas hasta miles, normalmente aplicados sobre periodos de semanas o meses. En 2002 el Comité contra la Tortura de las Naciones Unidas condenó éstas prácticas, a las cuales el gobierno saudita respondió que dichas prácticas formaban parte de la tradición islámica que data de hace 1.400 años y rechazaron cualquier interferencia con su sistema penal.

El pecado de ser mujer

El día a día en el país resulta insufrible si se sufre la `tragedia´ de haber nacido mujer. Testimonios que se `cuelan´ en la red muestan una realidad dramática: Se trata de una carta abierta en la que un chico saudí describe la situación en la que viven sus hermanas.

Dos detalles: En el carné de las chicas aparece la foto de su padre. Por otra parte, su padre las está dejando para `vestir santos´, porque solo las casaría con varones de su tribu, que no fumen y que vayan regularmente (como marca el Corán) a la mezquita.

El escalofriante testimonio acaba de la siguiente forma:

«Lectores, no sientan pena por mis hermanas. Comparadas con otras mujeres saudíes, son bastante dichosas: pueden ir a centros comerciales dos veces al año. Pueden maquillarse, incluso escuchar música. La mayor libertad de que gozan es la de escoger los canales de televisión que quieren. Para muchas saudíes, eso es un gran privilegio, por si no lo sabíais».

El peligro de pensar diferente

La libertad religiosa suena a ficción en un lugar en el que pertenecer a una religión diferente es motivo de persecución. Tal y como informó Amnistía Internacional, la persecución religiosa es una realidad a la orden del día:

«Los musulmanes chiitas y los cristianos se ven obligados a practicar sus respectivos cultos en secreto, aterrorizados por la policía religiosa, que goza de libertad de actuación para realizar incursiones en domicilios privados y arrestar a los que son atrapados orando o en posesión de rosarios, de la turba (piedra de oración chiita), de imágenes de Jesucristo, o de libros religiosos cristianos o chiitas» (…)

«Amnistía Internacional ha planteado en reiteradas ocasiones ante las autoridades sauditas los casos de los cristianos y musulmanes chiitas arrestados, pero en ningún momento ha recibido respuesta alguna sobre este asunto».

Detalles tan nimios a nuestros ojos son motivo de castigo y represión: sin ir más lejos, en las celebraciones de año nuevo. En ese caso, la policía moral en el sur de Arabia Saudí dirigió redadas para asegurar que las tiendas no venden flores, candelabros y regalos a aquellos que planean celebrar el Año Nuevo, según informó el diario de habla árabe al-Watan.

La Autoridad para la Promoción de la Virtud y Prevención del Vicio (APVPV) en la provincia de Aseer (región frecuentada por traficantes de armas y extemistas) estaba decidida a mantener la prohibición que el conservador reino musulmán impone sobre las celebraciones no-musulmanas.

Homosexualidad e Internet

Obviamente, libertades como las que se viven en nuestro país son inconcebibles. Por ejemplo, la libertad sexual. A este respecto, Reporteros Sin Fronteras hizo pública la situación de bloqueo de una serie de portales con la excusa de que tenían contenidos pornográficos contrarios al Islam:

«Oficialmente, el filtraje se refiere solo a publicaciones pornográficas o que atentan directamente contra el Islam. En realidad, la lista negra del Net saudí se extiende a muchos otros terrenos, que van desde las páginas políticas a las de movimientos islámicos no reconocidos, pasando naturalmente por cualquier publicación que roce, de cerca o de lejos, la sexualidad».

Tampoco el acceso a Internet está bien visto por el régimen feudal saudí. El acceso a una página tan frecuente como Blogger está censurado: la libertad de expresión tampoco llega a las nuevas tecnologías.

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