Soy joven, ¿es grave, doctor?

(PD.- Apostados en el ordenador o bebiendo en la calle, sin puntos de referencia. ¿Son nuestros adolescentes nihilistas, hedonistas y viven cegados por el ocio? Los recientes intentos de celebrar “macrobotellones” en varias ciudades españolas han vuelto a poner en las portadas de los medios a los jóvenes y sus actitudes frente a la vida pero, ¿hay motivos de verdad para preocuparse?

Es lo que tratan de desentrañar Juan Pablo Mosteiro e Idoia Sota en un interesante reportaje que publica esta semana la revista Época en el que se consulta la opinión de numerosos expertos, se aportan cifras y se contrastan experiencias para tratar de resolver el casi eterno enigma de qué piensa y qué quiere la juventud.

La madre de Felipe Aguado sintió pavor al descubrir que su hijo de 13 años compartía con sus amigos, a través del móvil, unas imágenes en las que su novia le practicaba una felación. Felipe pertenece al escaso 9% de los menores españoles con móvil que intercambia imágenes pornográficas, según la ONG Protégeles. Sin embargo, casos como el de la mendiga que fue quemada en un cajero han abierto el debate sobre los valores que la sociedad actual inculca a los jóvenes españoles.

En opinión de Guillermo Cánovas, presidente de Protégeles, “la novedad que introducen las nuevas tecnologías es que, por primera vez en la historia, los jóvenes saben de algo más que sus padres”. Acceden a contenidos no sólo violentos, sino también sádicos, sin ningún control. El resultado: “Una juventud sobre estimulada, que busca nuevas sensaciones; lo que no tiene un respaldo visual no existe y se hacen cosas sólo para ser grabadas. Si no tuvieran medios, quizá no lo harían…”.

Las opiniones están divididas. Algunos especialistas alertan que el horizonte social se deteriora a zarpazos y la cultura se hunde debido a la dejadez moral de los jóvenes. Otros, en cambio, entonan un mea culpa de la herencia recibida por las nuevas generaciones y consideran una falsa oposición que los jóvenes franceses vivan preocupados por su futuro laboral, y los españoles, embebidos en pasarlo bien aquí y, ahora, en emborrachamientos multitudinarios.

El psicólogo Bernabé Tierno insta a no generalizar. “Hay una juventud que hace estupideces, pero hay otra invisible, madura, pensante, que no aparece en televisión porque lo correcto no es noticia”, dice.

El defensor del menor de la Comunidad de Madrid, Pedro Núñez Morgades, se muestra cauteloso: “Aunque no podemos valorar cuantitativamente el alcance de la realidad que nos preocupa, cualitativamente sí se percibe un deterioro”. Además, “el aumento de denuncias sólo indica una mayor sensibilización con los problemas que afectan a los jóvenes”, añade.

Sobreprotección

Por otra parte, a los adolescentes se les exige demasiado de puertas para fuera y de puertas adentro, en sus casas, se les sobreprotege. Así opina la pedagoga y experta en bullying Nora Rodríguez, para quien los jóvenes están “muy solos”, pese a las nuevas tecnologías. Javier Urra, antecesor de Núñez Morgades en el cargo, se pregunta cómo es posible que “los padres compren a sus hijos móviles de 900 euros”. Quienes protagonizan estos episodios “son chicos de buen nivel económico que se aburren”, advierte Urra. Pero ¿qué les ronda por la cabeza? “Educados en la sociedad audiovisual, toda imagen que ven a través de una pantalla tiene algo de virtual y lejano para ellos”, apunta. Aunque tendemos a cargar contra padres y profesores, Urra señala que los jóvenes “tienen su parte de responsabilidad; son unos cobardes actuando en grupo”. Y está a favor de la reforma de la Ley del Menor, de manera que los delitos y faltas que se realicen en grupo sean agravados.

El macrobotellón celebrado a modo de manifestación por la libertad dejó a muchos estupefactos. Como señala Jaime Gil Robles, director general de la Fundación Alcohol y Sociedad, “al final, algunos jóvenes atraen a los medios haciendo tonterías”. No obstante, señala: “Que los jóvenes no se movilicen tanto puede significar que ya no son tan borregos, que contrastan la información”.

Resignados. Así define Iñaki Piñuel, psicólogo del Instituto de Innovación Educativo y Desarrollo Directivo, a los jóvenes de hoy: “Carecen de proyectos personales o ilusiones. Lo único que cuenta es el éxito personal, la moda, la rivalidad más exacerbada e incluso el maltrato y la violencia. A los 15 años se han convencido de que no hay nada que hacer, el mundo no tiene remedio, y creen que el ideal es encontrar el mejor sitio al sol y que no les coja el marrón”.

Piñuel señala que los jóvenes carecen de “modelos válidos de imitación” y ese repliegue se materializa en “actividades compensatorias y escapistas, como el móvil o los fines de semana de juerga, donde no puede faltar el alcohol”. “La crítica y la rebeldía de la juventud española se canaliza en el botellón y eso es muy cómodo para los poderes de turno: tener jóvenes resignados y paniaguados”, observa.

Por su parte, Augusto Serrano Olmedo, copresidente de la Cofederación de Sindicatos de Trabajadores de la Enseñanza, asegura que “si en la escuela hay violencia es porque ésta es un reflejo de la sociedad”.

Olmedo se muestra optimista con los jóvenes, “si no, nuestra profesión , educar para el futuro, no tendría sentido”. Sin embargo, pese a que el informe Jóvenes españoles 2005, recientemente publicado, los describe como hedonistas, nihilistas, cegados por el ocio, sin visión de futuro y egoístas, ÉPOCA ha rescatado una encuesta que el CIS realizó en 1968 a los que entonces eran jóvenes. En él se puede ver que, al igual que hoy, los jóvenes valoraron la familia muy por encima de otras instituciones. Sólo un 1% de aquellos jóvenes de los sesenta esperaba encontrar su mayor satisfacción en la vida pública, y un 3% en actividades dirigidas al bien común y la cooperación internacional.

Sin embargo, en 2005, el 69% de los jóvenes españoles depositan su confianza en las organizaciones no gubernamentales por encima de cualquier otra; el 71% apoya que el medio ambiente debe ser prioritario en política.

Un defensor acérrimo de las causas juveniles es el explorador Miguel de la Quadra-Salcedo. Rechaza de plano que éstos sean pasivos, despreocupados o indiferentes. Culpa a los medios de comunicación por reflejar lo malo: “Ojalá nuestra generación hubiese sido como la actual”.

En cuanto a las manifestaciones en Francia, José Luis López, secretario general del Sindicato de Estudiantes, asegura que “encontrar trabajo fijo y digno en España tampoco es fácil para los jóvenes. El descontento juvenil es grande. Hay una enorme campaña de criminalización contra los jóvenes”, dice. Y augura que “más temprano que tarde” los españoles se volcarán a las calles como en Francia.

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