(PD/Agencias).- Tras el escándalo de Jared Paul Stern, columnista de la temida «Página 6» de The New York Post, a quien investiga el FBI acusado de intentar chantajear a un millonario, el director Richard Johnson ha sido acusado de manipular la información del diario para hacer aparecer bajo una luz positiva a un empresario, todo ello a cambio de favores y dinero.
El empresario no es un cualquiera. Se trata de Joe Francis, rey del porno atemperado, propietario de Girls gone wild, lucrativa página de Internet especializada en erotismo soft, famoso por su fortuna, sus chicas alegres y sus farras.
Y justo ahí, con la ética por los tobillos, cuenta el Daily News que habría aparecido Jonhson, que tomó el jet privado de Joe Francis en Nueva York para viajar a Punta Mita, en la costa del Pacífico mexicano y asistir a una fiesta de 50.000 dólares, organizada por Francis en su refugio tropical.
Johnson también viajó gratis, en primera clase, para asistir a la ceremonia de los Oscars del mes pasado. Disfrutó de un Mercedes Benz y de varios días en uno de los hoteles más fastuosos. En esa ocasión la factura corrió por cuenta de la cadena de televisión ABC. Más allá de la legalidad, se cuestiona el que un periodista sea agasajado por quienes, en teoría, son objeto de su escrutinio.
En el caso de Joe Francis las hemerotecas revelan cómo sus apariciones en la revista fueron siempre amables, incluso estelares. Conviene recordar que hablamos de un tabloide temido. Propiedad de Rupert Murdoch, Página 6 acumula una vigorosa reputación como troquelador de egos. Infunde pavor. Sus artículos expolian intimidades según un baremo cambiante.
