Noche de cantautores y poesía en El Pardo con “De la Vega y amigas”

Noche de cantautores y poesía en El Pardo con “De la Vega y amigas”

Miguel Pato (Periodista Digital)-. La cena “sólo para chicas” que este miércoles organizó la vicepresidenta de la Vega en honor Michele Bachelet dejó a un lado los rigores del protocolo. Las invitadas tomaron un ágape de pie al son de viejas canciones de conocidos cantautores como Victor Jara o Amancio Prada. Así, la presidenta chilena cerró una extenuante visita oficial a nuestro país en la que destaca su discurso “solvente y aseado” y su naturalidad en las formas.

La reunión en femenino de anoche, anunciado como una cena, consistió en una recepción en la que los invitados no se sentaron a una mesa, sino que compartieron de pie los platos, la bebida y la conversación, tras un intercambio de saludos entre Fernández de la Vega y Bachelet al que precedió, a su vez, una breve actuación musical.

En ella, la cantante María José Cordero y el guitarrista Juanjo Collado interpretaron cinco conocidas canciones, popularizadas por el chileno Víctor Jara («Te recuerdo, Amanda»), la argentina Mercedes Sosa («Gracias a la vida») y los españoles Paco Ibáñez («Palabras para Julia») y Amancio Prada («Jaula en el pecho» y «Libre te quiero»).

Los cánticos hicieron efecto en la sensibilidad de los mujer de “hierro” (u hojalata, quién sabe) del Gobierno cuando De la Vega se arranco muy poética al decir que

Gracias, porque no son tantos los espejos en que podemos mirarnos para aprender a ser; y esos pocos espejos con frecuencia están empañados, oscurecidos por circunstancias que no elegimos hasta el punto de hacernos dudar de nosotras mismas y hacernos creer que el rostro que los demás dibujan de cada una de nosotras es el único posible.

Ahora sólo falta que Bebe le ponga letra y ya tenemos nueva banda sonora de la última aventura diplomática de la mujer más poderosa de nuestro país.

En positivo

En esta reunión en positivo, en abierta discriminación en positivo, la vicepresidenta aseveró que

Las mujeres no somos un colectivo, pero debemos trabajar juntas para hacer de la utopía realidad. Nuestro trabajo no se teje nunca sobre la exclusión o el sectarismo; trabajamos para conseguir la igualdad (con los hombres), no para alejarlos de nuestras vidas, nuestros trabajos y nuestras familias.

Un puñado de «valientes»

Ellas no estuvieron sólas y es que la delegación chilena hizo pleno. A la cabeza, el embajador en España Enrique Krauss. Carmen Gurruchaga en La Razón narraba así la presencia testimoninal masculina en la cena «en rosa» organizada por De la Vega.

El evento había despertado numerosas críticas por el tinte sexista del mismo y el hecho de que en un principio se pudieran ver personas del sexo masculino desconcertó a todo el mundo.

Finalmente se aclaró: no eran invitados y se cumplió el protocolo. Los diez varones que acudieron a la cena formaban parte de la delegación de Chile, entre ellos el embajador, Enrique Krauss.

En la crónica de ABC afirmaron mucho la pluma del acto y en un artículo titulado “Solo faltaba Amanda” señalan que

Lo de anoche se atuvo a unos cánones contenidos y hasta cierto punto distendidos, dentro de la solemnidad requerida en palacio y de los inevitables ritos de recepción a esos dos centenares de invitadas. Nada sustancial cambió por el hecho de que la nómina de asistentes fuera a priori femenina porque, entre otras cosas, la delegación chilena estaba formada mayoritariamente por hombres (del embajador al canciller pasando por el jefe de protocolo, amén de otros varones encorbatados) y anoche fichó en pleno.

La vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega y la propia Bachelet pusieron esforzadas y meritorias sonrisas que no revelaron cansancio y sí deseos de agradar, en esta convocatoria inédita para la que la presidenta de Chile eligió la sobriedad indumentaria del negro.

(…)

En el patio de columnas, antes de los discursos y las viandas, se celebró un breve y emotivo recital a cargo de la voz prodigiosa de María José Cordero, con Juanjo Collado a la guitarra. Salió entonces a escena el Chile de manual, el de las referencias manidas pero no por ello menos estimables. Interpretaron notas y poesía de Víctor Jara, con el clásico de Amanda, la calle mojada y la fábrica donde trabajaba Manuel… Aunque si Amanda hubiera estado invitada habría tenido que asistir sola.

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