El fin de la inocencia

(PD).- La cultura pop de los años 90 encontró en series como «Los Simpsons» o «South Park» los más agudos críticos de la política, la sociedad y las religiones. Nuevos programas como «Popetown» reabren el debate sobre la libertad de expresión mientras que en Internet surgen figuras como David Rees que, a través de sus cómics, cuestionan la política de EEUU.

Escribe Matías Repar en Clarín que en unrincón: MTV versus la Iglesia Católica. En el otro: South Park versus Mahoma. Dos combates de fondo que se retroalimentan arrojando un diagnóstico de la libertad de expresión en la religión y la cultura de la aldea global pop.

Pocos días atrás, la justicia alemana falló a favor de la cadena MTV ante una demanda del Arzobispado de Munich y Freising. El objetivo era evitar la emisión de Popetown (Ciudad del Papa), nueva serie de dibujos animados producida por BBC con licencia para Italia, Alemania, Australia y Nueva Zelanda, que ofrece una sátira de la vida en el Vaticano desde la óptica del canal de música.

Las protestas de diversos movimientos católicos, lograron que hasta en Inglaterra la propia BBC cancele el estreno. La medida cautelar fue clonada preventivamente por el resto de esos países con licencia para emitir, con excepción de Nueva Zelanda, el único país que emitió los 10 episodios que cuentan la historia de «un Papa loco y excéntrico, de 77 años, y un cardenal criminal que causa muertes indeseadas, vende niños huérfanos como esclavos y otras cosas raras», según la presentación de MTV.

El personaje «más singular» en ese universo llega a ser el Padre Nicolás, responsable de la organización interna en la Santa Sede que, alejado del modelo de sus superiores, mantiene el optimismo y se levanta cada mañana con el objetivo de hacer una buena acción.

Los ejecutivos del canal aseguran que el show no representa una calumnia ni un insulto a las orientaciones religiosas de la audiencia, y que debe entenderse como «una forma de entretenimiento satírico y, por lo tanto, como una forma de arte».

El Arzobispado de Munich criticó el fallo. El pedido de que no salga al aire, en efecto dominó, fue acumulando representantes del judaísmo, el islamismo y otras confesiones católicas que ven en Popetown «un ataque directo a la creencia cristiana»; «una provocación»; «una ofensa»; «una infamia» y «una blasfemia», además de un dibujo animado.

La publicación Vers 1 inició en su sitio (www.vers1.net) una campaña de boicot a MTV argumentando que, tras los incidentes relacionados con las caricaturas de Mahoma publicadas el pasado 30 de setiembre en el diario danés Jyllands-Posten, «existía un acuerdo de que los medios debían tener consideración con los sentimientos religiosos de los creyentes.

Da igual que sean musulmanes, judíos, budistas o cristianos pero por lo visto estábamos equivocados: con esto MTV ha sobrepasado los límites».

El anuncio de MTV presentando Popetown en sociedad, mostraba una cruz vacía y un Jesús a las carcajadas sentado frente a un televisor. A los dos días, la campaña se suspendió porque muchos cristianos encontraban la pieza publicitaria «ofensiva» e «intolerable», y además coincidía con los festejos de Semana Santa. Así y todo, el tribunal de Munich consideró con ese fallo que MTV «no perturba la paz de nadie con Popetown», y por ese motivo, desde hace una semana, comenzó a emitirse en el país natal del verdadero Papa.

Libertad de expresión

La polémica en torno al programa sirvió también para ver el lado oscuro de la prensa alemana defendiendo la libertad de expresión: cuando el periódico danés Jyllands-Posten era acosado por el mundo musulmán luego de difundir las caricaturas de Mahoma, el rotativo alemán Die Welt se solidarizó publicando en su tapa el rostro del líder que mueve montañas con un turbante en forma de bomba. Con Popetown, optaron por el silencio. Otras fueron más allá desafiando a MTV a emitir un programa que se llame Mahomatown.

Como parábola épica del conflicto, Matt Stone y Trey Parker, creadores de South Park, tomaron el guante de la provocación y planearon un nuevo ataque pero Comedy Central, el canal que emite la serie, les prohibió utilizar la imagen del profeta en el último capítulo de la temporada. Stone y Parker denunciaron la censura resaltando las imágenes que sí se les dejaba mostrar (como una caricatura de Jesús defecando sobre George W. Bush y la bandera de Estados Unidos).

Como Mahoma no fue a la montaña, en un capítulo reciente decidieron construir la trama sobre el incidente, y se ve a uno de los personajes, Kyle, intentando convencer a un ejecutivo de Fox (el canal de la competencia) de que inserte en algún espacio de su programación la imagen de Mahoma. Luego se vio una placa negra donde explicaban que Comedy Central no quería emitir esas imágenes.

«A la luz de los recientes eventos mundiales creo que tomamos la decisión correcta», le explicaba un ejecutivo del canal, casualmente a la BBC (productores de Popetown), refiriéndose a la escalada de violencia que desató la publicación de las caricaturas de Mahoma.

South Park vs. Cientología
South Park es una de las series animadas más políticamente incorrectas que puede verse en la televisión desde 1997. Es la historia de cuatro chicos que viven en un pueblo de Colorado (South Park) y sus historias con padres, maestros de escuela, celebridades y personajes como Dios, Jesús, Satanás o El Sr. Mojón (Popó de Navidad).

Revela en sus tramas lo peor del comportamiento humano; transforma un simple dibujo animado para jóvenes en una feroz crítica al sistema. Incluso enfrenta a los protagonistas de su equipo con sus religiones. El cocinero Chef, uno de los personajes principales de la serie, desde el principio utiliza la voz del cantante de soul Isaac Hayes.

En el primer capítulo de la décima temporada, Chef (en la ficción) y Hayes (en la realidad) quedan afuera de ese universo. Chef muere porque su cerebro cae en las manos del «Super Adventure Club» y Hayes, cansado de las sátiras a los católicos, judíos, islámicos y mormones, cree que al dejar en ridículo su propia religión, la Cientología, los creadores se pasaron del límite. Stone y Parker explicaron que el enojo de Hayes comenzó en noviembre con un episodio en el que se burlaban de los cientólogos Nicole Kidman, John Travolta y Tom Cruise.

Hace dos semanas, un misterioso capítulo finalmente reveló los detalles de la muerte del cocinero quien volvió a la ficción con frases de capítulos anteriores recortadas y pegadas de manera tal que pudieran construir nuevos diálogos sin necesidad de la presencia de la verdadera voz.

Con ese colage de audio, Chef confiesa que le quiere «hacer el amor dulcemente» a todos los alumnos del colegio, y también insinúa que el «Super Adventure Club» al cual finalmente ingresa para encontrar la muerte, convierte a sus miembros en perversos abusadores sexuales de menores. Los cuatro protagonistas intentan rescatarlo pero Chef muere.

Ya en el funeral, Kyle toma la palabra para despedirlo: «Muchos de nosotros no estamos de acuerdo con las decisiones que tomó Chef en los últimos días. Nos sentimos lastimados y confundidos porque nos dio la espalda. Pero no podemos dejar que estos eventos recientes borren todos los recuerdos que tenemos de él, y de cómo nos hacía reír. No tenemos que estar enojados con él por dejarnos, tenemos que estar enojados con ese club que le revolvió el cerebro».

Todas son referencias al sistema sobre las que convendría analizar, entender y luego reflexionar. Hace 16 años, una familia de clase media baja de Estados Unidos irrumpía en las pantallas del mundo. Eran Los Simpsons, creados por Matt Groening. Inauguraban una nueva era de dibujos animados para adultos a base de sarcasmo y parodia como herramientas básicas de crítica social, política y religiosa, convocando a las principales figuras del mundo (artistas o intelectuales).

Hasta el propio Dios participó en varios capítulos, representado por dos pies gigantes y una larga barba blanca. Y frente a él, Homero (ese padre de familia vago, glotón, inocente, por momentos desagradable y siempre querible) intentando encontrar respuestas a los problemas de su vida. Fueron los primeros y tibios movimientos de un combate que por ese entonces recién comenzaba.

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