Paco Vázquez, socialista por la gracia de Dios

Paco Vázquez, socialista por la gracia de Dios

(Periodista Digital).- Después de seis mayorías absolutas y 23 años como alcalde de la Coruña, Vázquez deja su Galicia del alma para asumir una de las embajadas más importantes de nuestra diplomacia: el Vaticano. El sábado 20 de mayo presenta credenciales.

Y entre esas credenciales está la de ser un católico practicante declarado. Inmejorable carta de presentación. Pasea esa condición por donde quiera que va, aunque eso no sea entendido por algunos compañeros del PSOE. Como cuando se ausentó del Senado en plena votación de una propuesta socialista para ampliar los supuestos del aborto, según cuenta Miguel Sinovas en Época.

Se diría que en Francisco Vázquez, Paco para casi todos, siempre ha podido más la influencia de aquellos maristas que le dieron su primera educación. Esa que marca para toda la vida. Ingresó en aquel colegio de su Coruña natal con tan sólo 10 años, en 1956. Aquel niño dio el salto a la adolescencia recibiendo una cristiana y más que cumplida formación. A su promoción, la de 1962-63, se la conoce como la del Concilio Vaticano II. Premonitorio nombre.

Él asegura que fueron aquellos años los que le hicieron ver las bondades del Evangelio, que siempre ha querido vincular con su militancia socialista: “Nunca renunciaré a la defensa de los valores éticos, desde una perspectiva progresista”.

Fue un rapaz aplicado pero inquieto. Quizá los primeros acercamientos a conceptos tan universales como el bien o el mal llegaron a través de aquellas ávidas lecturas de su héroe de cómic favorito que todavía colecciona, y que no es otro que el Príncipe Valiente. Vázquez tiene algo de ese imaginario pero aguerrido y fiel súbdito del Rey Arturo. Aunque sólo sea porque la mismísima Isabel II le ha armado Caballero de la Orden del Imperio Británico.

Una distinción que este abogado e inspector de Trabajo en excedencia guarda junto con la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica, entre otros destacados reconocimientos. Alguno de sus correligionarios no le perdonan que el mérito se lo concediera un Gobierno del PP. El mismo que tuvo que hacer frente a la catástrofe del Prestige (noviembre de 2002). En tal difícil circunstancia, Paco Vázquez llegó a ofrecer a Aznar el ayuntamiento para la celebración de un Consejo de Ministros extraordinario.

EL NOMBRAMIENTO

Para unos, las constantes faltas de disciplina de partido, han hecho que Moncloa haya querido poner distancia con Vázquez, haciéndole embajador en el Vaticano el pasado 10 de febrero. Para otros, la elección del sucesor de Jorge Dezcallar debe interpretarse como un intento del ejecutivo Zapatero de limar asperezas con la Santa Sede.

Las relaciones entre España y el Vaticano viven el peor momento de los últimos 25 años. Paco Vázquez quiere “fomentar el diálogo y el entendimiento, y transmitir lo que el Gobierno entiende que hace a favor de la Iglesia”. Para eso lleva semanas estudiando italiano una hora y media diaria. También tendrá que cambiar su popular libreta.

Acostumbraba a apuntar en ella los baches que se encontraba en su ciudad para, a renglón seguido, dar el oportuno parte. Ahora lo que tendrá que anotar serán los socavones diplomáticos que se puedan producir. La relación de asuntos controvertidos entre Madrid y Roma es larga.

Si el nuevo embajador quiere reconducir la situación, va a tener que sacar sus mejores esencias de cristiano, y poner las dos mejillas. La derecha, para encajar las criticas que el clero le pueda hacer cuando piense que está defendiendo demasiado vehementemente las posiciones socialistas. La izquierda, para recibir las criticas de su partido por ser demasiado fiel a su fe. Y eso podría ocurrir.

Paco Vázquez pasa por ser un progresista que defiende el derecho de la jerarquía católica a emitir juicios de autoridad moral con los que se identifica plenamente. No sólo rechaza las pretensiones de ampliar los supuestos del aborto. También abjura sin ambages de la ley de matrimonios homosexuales, que en su día entendió como «una ofensa gratuita”, por ser aprobada dos días después de la toma de posesión del Papa Benedicto XVI.

Este coruñés de pro también coincide con la Iglesia en renegar de los ensayos con células madre inmaduras, retocar la actual ley de reproducción asistida, agilizar los trámites del divorcio o restar peso académico a la asignatura de religión en la nueva ley de la enseñanza. El panorama es como para que su hernia de hiato se revolucione más de lo debido. Como para que Vázquez desempolve ese animal político que lleva dentro, que hace que unos y otros le perdonan que sea culé y deportivista, republicano y juancarlista, gallego y español.

Los 31 años de afiliación socialista le han dado a Vázquez fuerza moral suficiente para tener voz propia en el plano puramente político. Sin olvidar su antigua militancia y sus seis victorias absolutas consecutivas, en otros tantos comicios municipales. Como buen segundo ala de rugby que fue cuando estudiaba Derecho en Madrid, Vázquez ha metido la cabeza, ha cerrado los ojos y ha empujado a la contra del PSOE, en una melé que ha contado con la ayuda de muy pocos hombros socialistas más. No ha dejado espacio al menor resquicio a la ambigüedad que el tópico adjudica a los gallegos.

Ha llegado a confesar que la reforma del Estatuto catalán le provoca “urticaria”. O que no quiere “la Galicia del BNG” para sus hijos. Él es un ciudadano del mundo muy alejado de los nacionalismos, y preocupado porque en nuestro país “se pueda gritar ‘gora ETA’, y no se pueda decir ‘La Coruña”. Un progresista patriota que asegura que “España no tiene quien la defienda, porque parece que quien habla de ella es un apestado del régimen franquista”.

UNA EMBAJADA SINGULAR

El pasado 12 de octubre, Paco Vázquez fue muy criticado por inaugurar una bandera gigante en el Paseo Marítimo de su ciudad. Entonces todavía era alcalde y presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias. Ahora, la bandera que verá ondear será la que cuelga en nuestra embajada de Ciudad del Vaticano. Esa legación diplomática es la más antigua del mundo. Se la conoce como el Palacio de España.

El edificio tiene una fachada majestuosa, aunque está pidiendo a gritos una restauración. El interior es un pequeño museo en el que se pueden ver obras de Borromini y Bernini. Fue instituido por los Reyes Católicos en 1482, durante el pontificado del Sixto IV.

Allí lo recogerán este sábado los enviados del Papa. En un segundo coche irá su mujer, sus dos hijos, y sus tres nietos. Todos ellos serán recibidos por Benedicto XVI tras la audiencia privada en la que Vázquez le hará un emotivo obsequio: una imagen de la Virgen del Rosario, la patrona de La Coruña. Desde ese momento será oficialmente la voz de España en el Vaticano.

Lo primero que tendrá que hacer Vázquez es ultimar detalles de la visita de Su Santidad a Valencia, para asistir al V Encuentro Mundial de la Familia. Será el 8 y 9 de julio. Zapatero espera aprovechar ese viaje para recomponer aunque sólo sea parte de sus relaciones con la curia católica.

El nuevo embajador lo sabe. Dicen que, en éstas, ya se ha quedado mirando extasiado dos de los bustos de Bernini, que son parte del patrimonio artístico del Palacio de España. Se conocen como Alma cándida y Alma salvada. Están cerca de una escalera que, cuentan, este gallego metido a diplomático no sabe si subir o bajar, impresionado por el panorama que tiene delante. Dicen también que aún no tiene claro con cuál de las dos estéticas se identifica más.

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