Hasta que la tele nos separe

(PD).- No hay mal que cien años dure, dice el aforismo popular, ni televisión pública que lo aguante, se asegura en otros lares. La etapa de Carmen Caffarel en RTVE toca a su fin. Sobre las ruinas del ente público audiovisual suenan ya los clarines del cambio. No da más de sí el zumbel ni la peonza. Habrá quien haga la glosa con mucho más detalle y pormenores, pero en una crónica de alcance podemos decir, sin riesgo alguno a equivocarnos, que nadie, ni rebuscando en los anales y en las más profundas sinuosidades e insondables recovecos de esta empresa, ha acumulado en un periodo tan breve de tiempo una gestión más nefasta y devastadora.

Es verdad que RTVE arrastra males endémicos, problemas casi insolubles, vicios antiguos y conflictos crónicos, pero también es cierto que la galería de retratos ilustres de Prado del Rey está plagada de buenas intenciones, de intentos por mantener la utilidad, la influencia y la rentabilidad social de un servicio público denostado por muchos intereses. En los dos últimos años, no ha habido ni una buena palabra, ni una buena acción, sólo un exceso de enojo, rencor, crispación y desguace, según Santi Lucas para el Semanal Digital.

He mantenido constantemente una opinión muy crítica respecto a esta señora porque destila unos modos sectarios y fanáticos de proceder que son realmente insoportables. Creo, sin embargo, que le delata de lejos una inmensa amargura por el papelón que ha hecho en RTVE y que ella es perfectamente consciente de los efectos del nulo talante exhibido ante trabajadores y televidentes. Hay quien duda de que Caffarel haya tenido margen de maniobra en cualquiera de los ámbitos de RTVE y que, por el contrario, se ha limitado a encabezar una estrategia orquestada desde otra parte. Me parece muy benévola e improbable la conclusión. Puede que la directora general de RTVE no tenga capacidad bastante por sí misma para manipular los programas informativos, reubicar a la audiencia, engordar a La Sexta y reponer la plantilla, pero bajo su responsabilidad máxima ha sucedido todo eso y mucho más.

Leo la promoción de un nuevo programa de TVE: «Hasta que la tele nos separe, un concurso en que tres familias competirán para obtener un importante premio. Tendrán que superar todo tipo de pruebas, demostrando sus habilidades físicas, su capacidad intelectual, su gracia y su facilidad para la improvisación«. Pues eso, que Caffarel lo deja pronto.

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