Que quien tantas veces miente no es de creer

Lo mismo que Faraday, me pego el día del ánodo al cátodo y al revés. Ser y COPE tienen para el pueblo efectos estimulantes, deprimentes e incluso narcóticos o alucinógenos. Son polos opuestos y por lo tanto se atraen; se necesitan; se complementan. Ha sido la cadena de sus amores la que ha escogido «el príncipe de la paz» para anunciar el inicio de los contactos con ETA. Es la emisora de sus desvelos, la radio de cabecera del presidente, la que promulga solemnemente la villanía. Nacho Villa salta a la palestra, o sea, al lugar donde antes se combatía. ¿Preparados?

El presidente del Gobierno cumplió con la Cadena SER. Para ir solventado deudas, se fue a que le confesara Carlos Llamas. Zapatero le contó que tiene la «voluntad» de mantener contactos con ETA este mismo verano. También hablaron del Mundial y de la lluvia de goles de la selección española. Un éxito de España.

Ignacio Villa, director de informativos de la COPE, y presentador de La Palestra, a las dos del mediodía ha salido a su ventana para decirle al presidente en prosa lo que ya dejó escrito en verso Jorge Manrique.

Desde aquí te desafío
a fuego, sangre y a hierro,
en esta guerra;
pues en tus bienes no fío,
no quiero esperar más yerro
de quien yerra.

Que nadie se sengañe. La España del Mundial no es para nada la España de Zapatero…enfrentada, dividida, a los pies de los terroristas y sin ninguna imagen en el exterior.

El fútbol quieren convertirlo en un narcótico de una sociedad española que observa espantada como Rodríguez Zapatero se ha cargado de un plumazo la estabilidad constitucional, se ha puesto a los pies de los terroristas, y la división está abriendo las mismas heridas…

Una sociedad española que observaGabriel Celaya replica al presentador.

Yo tengo mi agujero oscuro y calentito.
Si miro hacia lo alto, veo un poco de cielo.
Puedo dormir, comer, soñar con Dios, rascarme.
El resto no lo entiendo.

Fútbol, circo y rascarse. ¿Para qué más?.

Nacho Villa en su palestra sigue voceando para quien quiera oirle. Desearía que la sociedad española le observase más. Se desgañita cada día para explicar su Zapatero.

Que quien tantas veces miente,
aunque ya diga verdad,
no es de creer;
pues airado ni placiente,
tu gesto mi voluntad
no quiere ver.

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