El Estatut de la discordia

El Estatut de la discordia

(Periodista Digital)-. Si algo ha dejado claro el referéndum es que el Estatut divide a todos: a los partidos, a la sociedad catalana y a la española. Que nace con un importante déficit democrático y que sólo viene respaldado por un pequeña parte de los catalanes.

Según cuentan en el semanario Época, el texto estatutario, buque insignia de la política de Zapatero, caballo de batalla de Maragall y el Tripartito, ha resultado ser un fiasco manifiesto. Lo que debería servir para aglutinar a los catalanes y para afianzar su identidad nacional y sus cotas de autogobierno, ha dividido a esa sociedad.

Los datos del referéndum lo confirman: sólo apoyan la reforma el 36% del censo total de ciudadanos con derecho a voto. Además, el alto nivel de abstención deja en evidencia al primer Estatut de la historia de Cataluña que vincula el territorio con el concepto de nación. La palabra-fetiche por la que ha luchado el Tripartito, con el respaldo de Zapatero (el eje filosófico sobre el que giraba la razón de ser del texto) ha despertado un interés muy relativo entre los ciudadanos de esa “nación”.

DOS DE CADA TRES NO LO APOYAN

Lo subrayó Mariano Rajoy y lo adelantó EPOCA en una encuesta de Intereconomía, publicada hace tres semanas. En el artículo ya se vaticinaba que estamos ante el Estatut de la discordia. El bajísimo nivel de respaldo que ha cosechado resta fuerza moral al texto y a la consulta.

Las palabras de Jordi Pujol, “no podemos hacer el ridículo” ,se han cumplido. Los políticos catalanes (del PSC, pero también de CiU) lo han hecho dado el manifiesto desinterés de una sociedad que, mayoritariamente, ha preferido broncearse en la playa antes que defender el texto.

Y lo ha hecho Zapatero, al decir que “el refrendo ha sido amplísimamente mayoritario” y aventurar que el Estatut va a tener excelentes resultados. D

e momento, no ha servido para poner de acuerdo a los catalanes, nace con déficit democrático, implica el principio del fin de Maragall en Cataluña. Además, se ha fabricado y votado de espaldas a los principales interesados, es decir la ciudadanía. Todo indica que el futuro no va a ser un camino de rosas y que el texto va a continuar provocando problemas.

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