Homenaje a la República junto a las tumbas de 43 frailes fusilados

(Periodista Digital).- El Festival de Almagro quería homenajear el aniversario de la República. Para eso había elegido el concierto «El flamenco el tiempo de la República». El escenario elegido: el Claustro de los Dominiscos. Justo ahí están las tumbas de 43 frailes fusilados por milicianos.

Pocos días antes de que levante el telón, la polémica ha llegado al festival de teatro clásico de Almagro. La negativa del Obispado de Ciudad Real a que se celebre en el Claustro de los Dominicos un concierto de Carmen Linares titulado «El flamenco en los tiempos de la República» ha sido la causa, según informa ABC.

El vicario general del Obispado, Miguel Esparza, ha asegurado que la decisión no es gratuita y ha argumentado que el convento de Calatrava, donde se encuentra el claustro, no es el lugar más adecuado para esta representación.

Esparza dice que con el mayor respeto hacia Carmen Linares, y sin tener apenas detalles del contenido de su concierto, porque tampoco se lo han hecho llegar, como venían solicitando, «a nadie se le escapa, haciendo memoria histórica, que este recital resulta unilateral y cuanto menos ofensivo, ya que en el convento están enterrados cuarenta y tres padres dominicos que fueron asesinados por milicianos en julio de 1936, por lo que no nos parece el lugar más adecuado para esta actuación».

Según se explica en el programa del festival, el recital de Carmen Linares lo conforma una «recopilación de los cantes que diversos cantaores republicanos interpretaron en tiempos de la II República y desde el bando republicano en la Guerra Civil». El festival incluye también otros espectáculos relacionados con la República, como una retransimisón de RNE titulada «Fuenteovejuna desde el frente, 1936», y una exposición dedicada al teatro español durante aquel régimen.
Otro de los espectáculos programados para el Claustro de los Dominicos es «Los cuentos de Canterbury», una producción de la Royal Shakespeare Company.

En este caso, ha sido la dirección del festival la que ha decidido cambiar de escenario (la Antigua Universidad Renacentista, donde también se llevará a cabo el concierto flamenco de homenaje a la República). El Obispado había advertido sobre la naturaleza del montaje -«todos conocemos la temática y el fondo de «Los Cuentos de Canterbury»», dice Esparza-, pero no ha impedido la representación.

«Como propietarios del Claustro de los Dominicos -ha dicho por su parte Emilio Hernández-, tienen la opción del derecho a veto y lo comprendemos; el festival ha reaccionado con normalidad».

Así resuelve el director del festival de Almagro las objeciones del Obispado de Ciudad Real. Hernández insiste en que el cambio de escenario es «un hecho colateral», ya que al público lo que le interesa es el espectáculo en sí, se haga donde se haga. No obstante, señala que «tratándose del mundo del teatro», no esperaban que pudiera herir sensibilidades, y menos dos de los espectáculos estrella de este año.

Hernández reconoce que en el caso de la Royal, va a suponer una readaptación y un importante esfuerzo técnico y económico, que ha sido asumido por el festival, augurando que «va a ser un exitazo; es un espectáculo divertido de gran nivel», que pasará a la historia por haber inaugurado el simbólico espacio que acogió hace siglos la Universidad de Almagro.

MEMORIA ANTIHISTÓRICA

La sociedad abierta rechaza la confusión interesada entre política y cultura. Era razonable suponer que, desde la caída del Muro, los intelectuales comprometidos al estilo Sartre fueran enviados al museo arqueológico. Aquí siguen, sin embargo, infatigables en su estilo rancio y dogmático. La sedicente memoria histórica pretende construir una suerte de verdad oficial, incompatible con la prudencia del político y con el rigor del historiador profesional. Así lo escribía Benigno Pendás.

El festival de Almagro es una cita ineludible para el teatro español. Una mezcla estupenda entre historicismo bien entendido y propuestas con riesgo, no siempre acertadas: en eso consiste al fin y al cabo la hermosa apuesta que llamamos cultura. Cuando hay calidad, no hace falta provocar con escándalos interesados.

Cada espacio tiene sus señas de identidad y, como es notorio, el Claustro de los Dominicos no era el lugar apropiado para un «revival» republicano. El respeto cívico es la seña de identidad en una democracia bien ordenada. Es triste que a estas alturas sea necesario recordar principios tan elementales. Menos mal que alguien ha sabido rectificar a tiempo.

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